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¿Un campo para Daly?

Sus drives conmocionaron en el Campeonato de la PGA de 1991. A sus 25 años y siendo un perfecto desconocido, se impuso en el cuarto torneo del Grand Slam dejando boquiabiertos a propios, a extraños e incluso a algún prestigioso compañero de partido. Nadie posee tanta potencia. Sus golpes son terribles, y también impredecibles. Nadie sabe donde van a terminar las bolas, aunque todos están seguros que irán muy lejos. En la PGA se unieron la fuerza y la precisión. Se trata de John Daly.Ahora Daly encabeza la estadística de su país con casi cinco metros de ventaja (258,44 por 253,98) sobre el segundo, Phil Blackrnar, y casi ocho sobre el tercero, Ed Humenik, un "pegador" (250,61) similar a Severiano Ballesteros. Jack Nicklaus cree en sus posibilidades en el Masters: "Es como si el campo estuviera concebido para él".

Pero, por descontado, el golf no se limita a los lanzamientos largos. Aun suponiendo que se aúne la gran distancia alcanzada en su vuelo de salida por la pelota con su buena colocación en la calle, se precisa mucho más para ser un verdadero campeón. Hay que saber dominar cada palo en cada circunstancia. Pese a que ya se codea en los clubes con renombrados políticos, que quieren comprobar por sí mismos su fortaleza, Daly todavía está en plena fase de aprendizaje general por mucho que su futuro sea prometedor. Por eso no ha vuelto a ganar competición alguna. Desde el torneo de la PGA John Daly no ha logrado jugar con precisión. El brazo le ha dado distancia en sus golpes, pero la asignatura sigue pendiente. Por ahora es flor de un día. Cuando se conjuguen todos los elementos del juego, Daly será invencible.

En cualquier caso, Nicklaus y los comentaristas le han colocado en un compromiso al coincidir en que "su oportunidad es real" porque puede aprovecharse de los relativamente cortos pares-5 de Augusta, los que, según Ballesteros, significan la victoria o la derrota. Pero ayer sólo logró el birdie en dos de los cuatro. En su debú, algo que siempre se acusa, sus 71 (-1) golpes debieron de reconfortarle.

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