Emotivo adiós en Madrid al coronel asesinado por un paquete bomba

Varios cientos de personas, la mayor parte militares del Ejército del Aire, despidieron ayer al coronel retirado Joaquín Vasco Álvarez, de 79 años, fallecido el miércoles por la noche en Madrid a causa de las heridas que le produjo un paquete bomba remitido a su casa por ETA.La capilla del Hospital del Aire fue escenario de un funeral oficiado por el arzobispo castrense, monseñor Estepa, al que asistieron, entre otras autoridades, el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, y el secretario de Estado para la Administración Militar, Gustavo Suárez Pertierra.

La persistente lluvia impidió que se le rindieran los honores fúnebres previstos, aunque los responsables de Defensa le impusieron, a título póstumo, la medalla al mérito aeronáutico.

Los familiares y amigos íntimos acompañaron el féretro hasta el cementerio de La Almudena, donde recibió sepultura, entre intensas escenas de dolor, especialmente por parte de su viuda, acompañada en todo momento por su hijo, el jefe de la base aérea de Gando (Gran Canaria), Joaquín Vasco, al que iba dirigido el artefacto.

El ministro de Defensa, Julián García Vargas, no pudo acudir al funeral, por coincidir con la reunión del Gobierno pero, en cambio, sí lo hizo al que se celebró el jueves por la noche en el Hospital del Aire. En dicha ceremonia, monseñor Estepa aseguró que la serenidad de los militares ante los atentados "no es, en modo alguno, una resignación fatalista que renuncie a la búsqueda de la justicia".

El arzobispo criticó implícitamente al arcipreste de Irún, encarcelado por dar cobijo a dos etarras: "Ningún acontecimiento ocasional o acción individual de miembros de la Iglesia, comportamientos concretos que ahora no puedo juzgar, deben oscurecer" la clara condena eclesiástica del terrorismo.