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Conservadores y laboristas británicos luchan por el centro

Enric González

Conservadores y laboristas británicos han arrinconado sus clásicas posiciones ideológicas y se disponen a librar la batalla electoral en una estrecha franja centrista. Neil Kinnock, líder laborista, se ha deshecho de las fórmulas socialistas y promete ventajas fiscales para incentivar la inversión privada. John Major, primer ministro y líder conservador, ofrece a su vez una bajada de impuestos para todos los ciudadanos, pero, alejándose del thatcherismo, defiende fervorosamente el Estado del bienestar.

La escasez de argumentos ideológicos es compensada con la descalificación personal del adversario. Para Kinnock, Major no es sino el canciller del Exchequer (ministro de Finanzas) que causó la recesión económica de la que el primer ministro no ha sabido salir. Según Major, Kinnock es "un perdedor" sin ninguna experiencia de Gobierno cuyo único propósito es subir salvajemente los impuestos. El tercer partido en discordia, el Liberal-demócrata, que sí está cargado de argumentos, se desgañita predicando sin éxito una campaña basada en los programas y no en los insultos.Aunque Kinnock haya elegido Escocia, bastión laborista, para iniciar su campaña, está claro que todos los mensajes se dirigen al elector del sureste de Inglaterra. Londres y su área de influencia, la región más rica y más densamente poblada del Reino Unido, tiene la llave de las mayorías parlamentarias.Por primera vez en casi dos décadas, el elector del sureste de Inglaterra, tradicionalmente conservador, puede sentirse tentado por las promesas laboristas o liberal-demócratas. El impopular poll tax, especialmente gravoso en esa región, y los largos 21 meses de recesión con todas sus consecuencias (familias que han perdido su casa por no poder pagar la hipoteca, desempleo y cierre de pequeñas empresas) han afectado seriamente al electorado de los tories.La actitud adoptada por los estrategas conservadores es estrictamente defensiva. Ellos mismos admiten que esta vez sólo pueden presentar tres grandes ofertas; "Menos impuestos, menos impuestos y menos impuestos". Su primer lema electoral ("¿Puede usted fiarse de los laboristas?") pretende avivar en el elector el desagradable recuerdo de losaños setenta, una década laborista de crisis y huelgas.

En último termino, los tories se presentan al ciudadano como un mal menor, y no como el vigoroso partido de la revolución capitalista que capitaneaba Margaret Thatcher.

La incomodidad que la dama de hierro provoca entre sus sucesores -los hombres que la obligaron a dimitir en 1990 tras vitorearla en la convención del partido- ha quedado clara en la distribución de protagonismo en la campaña. John Major y sus fieles serán onmipresentes y se encargarán de atacar a los rivales desde las tribunas de los mítines y las pantallas de televisión. ¿Y Thatcher? La ex primera ministra pasará en Estados Unidos casi toda la campaña, a instancias de su partido, pronunciando conferencias.

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