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Celos, sangre y cocaína

Una intuición de la policía aclara el 'crimen de El Álamo'

Ana Alfageme

"¿No será éste el colombiano que se ha esfumado?", se preguntaron los policías. Se referían al tronco mutilado hallado en una cuneta cerca de El Álamo, a 37 kilómetros de Madrid. La intuición policial dio con una historia que empezó hace tres años con un pesquero cargado de cocaína y terminó hace dos semanas con un cadáver descuartizado con saña. La trama gira en torno a un "hombre tranquilo" llamado Fernando Gil; un presunto narcotraficante gallego que, por culpa de los celos, se ha manchado de sangre.

En 1989, el pesquero Terral Colindres introduce en España 500 kilos de cocaína por la ría de Vigo. El juez Baltasar Garzón, de la Audiencia Nacional, ordena a la policía detener a un pontevedrés de 32 años, Fernando Gil Martínez, por la distribución de parte de la carga. Un día, a principios de 1990, Gil y Ramiro García Domínguez, otro socio de la banda -en la que están implicadas 10 personas-, huyen de la policía cerca de Tuy. Cambian de coche y se escapan. Ramiro fue capturado al día siguiente, en la comunión de su hija. Pero Gil se esfumó. Sólo a principios de 1992, el grupo IV del Servicio Central de Estupefacientes de la policía recuperó su pista a través de sus colegas portugueses. Empezaron a vigilar a la familia.En los dos años de su desaparición, el presunto narco, su mujer, Olga Blasco, de 31 años, y su hijo pequeño vivieron en un chalé cerca de Brunete (Madrid), a nombre de la madre de Olga. La casa es una fortaleza con muros de dos metros y cámaras de televisión. También vivía allí a temporadas un hermano de Fernando, Gerardo el Gallego, un hombre extrovertido, según los vecinos. Fernando salía y entraba de España. "En Colombia se relacionaba con narcos ", dicen fuentes cercanas a la investigación.

Gestiones de separación

La policía vigilaba a los familiares de Fernando desde principios de año. Olga estaba en trámites de separarse de su marido y vivía con su madre en un piso de Madrid. Octavio Galeano Valderrama, un colombiano de 34 años capturado con 27 kilos de cocaína y excarcelado a finales de 1991, se relacionaba con los dos. La policía cree que distribuía droga para su íntimo amigo Fernando. Los agentes observaron que el colombiano se veía con Olga, que estaba muy enamorada de él. Su marido, Fernando, un hombre tranquilo, "obligado a dar la imagen de líder", dicen fuentes próximas a la investigación, estaba muy enfadado y pidió a su círculo más íntimo que averiguase si su mujer estaba fiada con el colombiano.A principios de la semana pasada, los policías del grupo IV oyeron en la radio que el tronco de un hombre había aparecido en El Álamo el domingo 1 de marzo. Pensaron en el colombiano porque le habían perdido la pista y porque la mujer de Gil le había buscado días antes por todo Madrid: hospitales, Guardia Civil de Tráfico, incluso se interesó por él en Colombia. Fernando llegó a decir: "A este hijo puta lo han matado".

Los policías se volcaron en localizar al presunto narco, e investigaron en Palma de Mallorca, ya que Gerardo tenía negocios allí. Días después lograron dar con él: el sábado 7, los dos hermanos eran detenidos en Palma. En Madrid siguieron las capturas: Olga y su madre; otro hermano de Fernando, Rafael, y un hermano de Olga, Enrique. También fue detenido Fidel Durán Martín, otro miembro de la banda de narcos, según fuentes de la investigación, y que vive en un chalé vecino al de Fernando.

Las detenciones y las pesquisas fueron armando la historia de un crimen que pudo empezar el sábado 29 de febrero, en el chalé de Brunete, poco antes de las 11.30. A esa hora, Gerardo, por orden de Fernando, sale con su hijo de la casa y van al chalé de al lado, de Fidel Durán. El propio Fidel, sus suegros y Gerardo saludan instantes después al colombiano, que conduce en dirección al chalé de Fernando. Octavio se para, besa al niño y se va. Minutos después oyen tres disparos. Otros vecinos también, pero nadie vio el crimen.

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La policía cree que Fernando llamó al colombiano con el pretexto de entregarle mercancía. En las escaleras del chalé, el gallego descargó tres tiros sobre su íntimo amigo. Octavio se desploma sobre la escalera. Minutos después, Fernando sale del chalé muy pálido, recoge al niño y se va. A las ocho, los hermanos descuartizan el cadáver, tapado con unas puertas de madera. Luego suben a dos coches los restos. Con transmisores, se comunican y van tirando los trozos. La cabeza, a un río. El tronco, a un kilómetro de El Álamo.

Pistas en Brunete

De vuelta, limpian y queman las cosas del colombiano. Al día siguiente compran lejía y vuelven a limpiar. Pero quedaron restos de sangre. Y trozos de carne, como la yema de un dedo. El juez de Navalcarnero lo encontró en la reconstrucción de los hechos.Al día siguiente del crimen, Gerardo se va a Palma. Fernando vuela a la isla el miércoles 4 y se aloja, con una mujer que no es Olga y dos niños, en la suite 318 de un hotel de lujo de Palma, el Son Mida. Se registra como Fidel Durán y paga 45.000 pesetas diarias. El gallego es uno de los pocos españoles que hay en el hotel, copado en esos días por la crema del golf mundial, que disputa un torneo.

La policía, alertada por un fax de Madrid, le vigila desde el viernes y el sábado le aborda en el aeropuerto. -"Yo soy Fidel Durán", dice mostrando la documentación de su compinche. Esa mañana, Fernando vuelve a Madrid. Pero escoltado y esposado. Ante el juez Garzón no reconoce nada el miércoles 11, pero se contradice. Sus declaraciones varían a medida que se estrecha el cerco, "quiere salvar la nave", dicen fuentes policiales. Garzón le mandó a prisión. El juez de Navalcarnero, que sigue el crimen, espera que las pruebas del chalé terminen de hablar.

Este reportaje ha sido elaborado con información de Andreu Manresa y Luis Esteban.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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