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COMPETICIONES EUROPEAS DE FÚTBOL

El Brujas mostró su potencial en el Manzanares, pero chocó con la entrega y la suerte del Atlético

Luis Gómez

El fútbol no obedece a leyes por más que se empeñen los estrategas. Reducido a lo absurdo un partido, la táctica queda como una expresión estética. Ayer el Vicente Calderón vivió una prueba de ello: el Brujas había hecho un ejercicio impecable durante 45 minutos, pero estuvo a punto de acabar descompuesto, al borde de la eliminación. Objetivamente, no había cometido errores. Su desgracia fue no contemplar el factor altamente aleatorio que rodea al fútbol: un equipo puede producir dos goles casi sin querer, descuidadamente. La eliminatoria sigue viva, pero el Atlético difícilmente encontrará razones para explicárselo.El desarrollo de los hechos capitales es sencillo aunque inconexo. En resumidas cuentas, el Atlético marcó sus tres goles cuando menos méritos hizo para ello. No fue un ejemplo de practicidad elevada al límite porque no hubo tres oportunidades para tres goles. Las cuentas no siempre salen. Dos más dos no tiene por qué ser cuatro en el fútbol. Tan es así que en los dos primeros goles del Atlético el balón cambió caprichosamente su trayectoria. Donde no hubo remates, la dirección del balón se trasvistió un pase de Schuster se transformó en un libre directo y un no se sabe qué de Toni en un disparo de imposible recorrido; el: balón rebotó en la espalda de undefensa, se elevó, descendió, y en la parábola caprichosa buscó el punto más alejado a la vista del portero belga. Finalmente, Futre encontró un rechace en el centro del área: lejos de iniciar un diálogo con el balón, despachó un remate expeditivo. Es decir, ese no es el Futre que conocemos. Así que en la sinrazón encontró el Atlético tres goles. Mejor no buscar más explicaciones, ni el Atlético para su excusa, ni el Brujas para su consuelo. El fútbol admite la cuarta dimensión.

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Los goles del Atlético no fueron consecuencia de su fútbol pero quedan como el referente principal para el partido de vuelta. A capítulo de inventario puede afirmarse que el Brujas fue superior tácticamente, ejerció un trabajo más refinado, pero perdió el partido sin cometer graves errores. O al menos cometió muchos menos que su rival y el Brujas consiguió enfriar al Atlético mediada la primera mitad, lo que venía a ser su objetivo básico" para inmediatamente después obtener una rentabilidad excelente a su mejor disposición en el campo. Llegado el descanso, el Atlético visitaba el vestuario con un marcador en contra (1-2) que se interpretaba, razonablemente, como una sentencia anticipada de la eliminatoria. Cualquier análisis parcial concedía por entonces al Brujas el beneficio de todos los pronósticos.

Así que el Brujas comenzó la reanudación con argumentos sobrados para diligenciar el partido como un sencillo trámite. o lo que es lo mismo, el Atlético no tenía más remedio que hacer un acto de fe .Pero sin tiempo para que los jugadores terminaran de colocarse llegó el empate de Toni. Es cierto que el Brujas reaccionó con frialdad: el resultado entraba entre sus planes y sobra añadir que este equipó, aparte de su buena disposición táctica, hereda la tradicional paciencia belga, virtud que hizo de su selección modelo éticamente reprobable porque practicaba un plagio del catenaccio y era insultantemente práctica.

Sin embargo, 10 minutos después, y tras un remate al palo de los belgas, Futre colocaba al Atlético en franquicia. La sinrazón volvía a imponerse a la razón que había esperado entonces que el Brujas entrase en una fase esquizofrénica porque todo cuanto hacía para dominar el partido según los cánones topaba con un remate imprevisto en su propia área. Llegado a ese punto del partido cabía esperar cualquier cosa. Finalmente, cuando todo era posible, nada pasó. Y el partido entró en calma chicha, con los dos equipos desorientados.

Era lógico que así fuese cuando te demuestran, por un momento, que dos más dos no son cuatro.

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