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Tribuna
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Madrid

El alcalde Álvarez del Manzano presentó los carnavales en la capital del reino, que ayer más bien era la capital del infierno cotidiano, y habló de hacerlos este año "en consonancia con la situación de privilegio que tiene en este momento Madrid en Europa".Las huelgas están coronando la tarta de degradación que es la ciudad, pero no tienen la culpa de todo. La habilidad de distintos pasteleros, incluido el alcalde, ha convertido a Madrid en un lugar inhabitable, intransitable, lleno de porquería, de coches y de ira. Según una encuesta británica, ésta es una de las capitales más sucias de la Europa que en el 92 presidimos culturalmente. Es también la que más automóviles tiene por habitante y la que posee una infraestructura viaria más obsoleta. Y es la meca de la cólera mal disimulada, de la irritación permanente, de la insolidaridad. Ayer daba miedo contemplar la reacción del ciudadano medio bajo, el agobio del que está siendo víctima. A codazos y sálvese quien pueda. Pocos conductores se detuvieron para compartir sus vehículos con los menos afortunados, y durante las horas de servicios mínimos en el metro, los usuarios, tratados como rebaño, se comportaron con desmesurada histeria.

Los responsables de este caos y nosotros mismos podremos empezar'a meditar qué ha sido de nosotros y del sueño de Madrid, que hace unos años encandilaba a los extraños. Las huelgas mal llevadas pueden ser un desastre, pero losaparcamientos en triple fila que se producen a diario, los empellones, las broncas callejeras, las remodelaciones urbanas abandonadas a medio hacer, la guarrería que se destila para que la sufran los otros: eso aún es peor, y parece que lo aguantamos sin chistar mientras el urbanita saleroso que creímos ser se transforma en una bestia peluda.

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