Todo queda en casa
Histórico 'doblete' de las hermanas Neuner en luge
ENVIADO ESPECIAL Las hermanas austriacas Neuner pasarán al recuerdo olímpico por haber conseguido uno de los pocos éxitos familiares de la historia. Doris y Angelika, secretarias en Innsbruck, lograron la medalla de oro y la de plata en luge, ese deporte extraño en el que se fuerza una postura angustiosa para descender en trineo por un canal a casi 120 kilómetros por hora. Las Neuner se unieron así a las esquiadoras francesas Marielle y Christine Goitschel y a los norteamericanos Phil y Steve Mahre. "No sé por qué he ganado", dijo Doris, que añadió enseguida: "Pero no me habría importado que lo hubiese hecho Angelika".
Fue su tía la que las empujó a practicar el luge cuando tenían poco más de 10 años de edad. Doris cuenta ahora 20 y Angelika 22. Su padre, actualmente jefe de cocina en la Universidad de Innsbruck, también había participado en distintas pruebas. Sólo su madre tuvo que contener la zozobra de ver a sus hijas en una modalidad tan arriesgada. Ahora se ha visto recompensada."Estuvimos hablando hasta las dos de la mañana la noche antes de la final. Bajarnos muchas veces con la imaginación", explicó Doris. Para ellas, no obstante, ya era una simple rutina. Habían estudiado la polémica pista, refrigerada por amoniaco y tan criticada por los ecologistas, decenas de veces a través del vídeo. Es un sistema parecido al que emplean los norteamericanos: como si se tratara de un juego de ordenador o de una máquina de billares. Buena parte de su éxito se lo deben a Klaus Bonsack, ex entrenador de la antigua RDA fichado por el equipo austriaco tras la caída del muro de Berlín.
Las Neuner no eran las favoritas antes de llegar a La Plagne. Pero se mostraron las más rápidas desde los primeros entrenamientos. Incluso pudo producirse un triple éxito austriaco, pero Andrea Tagwerker cometió un error. La alemana Suzie Erdmann pudo así colgarse del cuello el bronce.
En la historia de los Juegos se han dado muy pocos casos de éxitos de hermanos. En el atletismo, las polémicas Press, retiradas después de los de Tokio 64, pues los controles de sexo iban a descubrir que eran prácticamente hombres, ganaron el oro en el pentatlón (Irina) y en el peso y el disco (Tamara); es decir, en pruebas distintas. Lo curioso es que Marielle y Christine Goitschel se repartieron el oro y la plata en los dos eslalones, el gigante y el especial, esquiados en los de Innsbruck 64, la ciudad de las Neuner. Aún faltaban ocho años para que naciera Doris. En los de Sarajevo 84, los gemelos Phil y Steve Mahre lograron también el oro y la plata en el eslalon.
"Ha sido la velocidad lo que más nos ha empujado al luge", dijo Doris, que mide 1,70 metros, como su hermana, pero pesa dos kilos más. Quizá fuera eso, un poco más de potencia, lo que le permitió ganarla por 73 milésimas de segundo, un suspiro, después de cuatro mangas, cada una de menos de 46 segundos. Todo el trabajo de años concentrado en tres minutos de tensión y riesgo.
Un deporte inpresionante
El luge femenino, sólo individual (los hombres disputan también la competición de dobles) es un descenso de 1.142 metros (1.249 para éstos) con 14 virajes, 94 metros de desnivel y una pendiente media del 8,2%. El luge pesa 20 kilos y ya es de fibra de vidrio.
Lo impresionante de este deporte es la postura, tumbada, y que todo se hace con las piernas: dirigir la trayectoria y frenar con el trineo bajando más los pies. No hay mandos ni frenos. La vestimenta es tan importante que hasta hubo una protesta italiana y alemana por el material de las austriacas para protegerse las extremidades inferiores. Decían que era más aerodinámico que los trajes, casi de ciencia-ficción. Pero es que todo va con la velocidad. La cabeza debe ir lo menos levantada para no rozar con el viento. Pero hay que mirar en las curvas y no salirse o volcar cuando la fuerza centrífuga llega a ser cuatro veces la atracción terrestre.
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