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Los coches de la policía dificultan el acceso de los bomberos a un incendio

Juan Carlos Sanz

El jefe de la unidad de bomberos que sofocó al mediodía de ayer un incendio en un viejo edificio del distrito Centro estaba visiblemente contrariado. "Han venido tantos coches de la policía que nuestros camiones no han podido llegar hasta aquí", se quejaba en el portal número 6 de la calle de Pelayo tras la extinción del incendio. El fuego destruyó el piso derecho de la cuarta planta, que estaba vacío. No hubo daños personales, pero el matrimonio de ancianos de la vivienda de enfrente se llevó un susto de muerte.

Los bomberos tardaron 11 minutos en acudir al lugar del siniestro desde el parque del paseo Imperial, tras sortear el denso tráfico de la Gran Vía. Los coches patrulla del Cuerpo Nacional de Policía y de la Policía Municipal llegaron antes.Para apagar las llamas, que calcinaron una parte de la fachada y del alero del inmueble, los bomberos tuvieron que tender unos 200 metros de manguera desde la vecina calle de Hortaleza.

Un vehículo del cuerpo provisto de escala se vio obligado a efectuar repetidas maniobras para esquivar los automóviles estacionados en doble fila en la calle de Pelayo. En las estrechas calles del distrito de Centro, los pivotes colocados en las aceras para impedir los aparcamientos dificultan también los movimientos de los camiones de los bomberos.

Mario Menéndez, un administrativo de 25 años que comparte el piso con otros tres jóvenes, intentaba recuperar algunas de sus pertenencias. "La instalación eléctrica, de 125 voltios, estaba muy mal; hace unas semanas se nos quemaron dos enchufes", alegó el inquilino para explicar que presumiblemente el fuego se originó en el transformador del frigorífico.

Eugenio García, de 84 años, temblaba como un flan en el salón de su casa.

La densa humareda provocada por el incendio en el piso de sus vecinos obligaba a tener las ventanas abiertas de par en par.

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"Alguien gritó '¡Fuego!, ¡fuego!', y todo se llenó de humo; a menudo somos los únicos que estamos en la casa todo el día". Su mujer, de 87 años, apenas puede caminar a causa de la artrosis.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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