Expresiones malsonantes
"Las expresiones vulgares, obscenas o blasfemas están prohibidas", advierte el Libro de estilo de EL PAIS. Como única excepción señala que cabe incluirlas "cuando se trate de citas textuales, y aun así siempre que procedan de una persona relevante, que hayan sido dichas en público o estén impresas y que no sean gratuitas. Es decir, sólo y exclusivamente cuando añadan información".Pese a esta regla tan terminante, en el reportaje de Francisco Peregil titulado José Bocos, 28 años -publicado el 27 de enero bajo el epígrafe Sombras de la noche madrileña abundan las expresiones malsonantes puestas en boca del personaje retratado por el periodista.
José Bocos -"celestino, mamporrero o buitre", que es como llaman las prostitutas a los que, "apostados en las puertas de los bares de alterne más caros, extienden una tarjeta a los clientes mientras les hablan de saunas y chalés espléndidos con chicas de cine", segúúPeregil- explica al informador su actividad con un vocabulario que no elude las procacidades.
Un lector, profundo conocedor de lo que ordena el Libro, se dirige al Ombudsman para sefialar que el repertorio de palabras malsonantes que emplea el entrevistado le "resulta propio de otros recipientes".
Peregil, por su parte, considera que "en el contexto en el que fueron utilizadas esas expresiones servían para definir el carácter, la cultura y el modo de hablar del protagonista".
Peregil sabe que el Libro de estilo prohibe semejante lenguaje, pero él se ampara en la excepción señalada. Y añade más: "Al no tratarse de una información, sino de un perfil, creo justificadas tales palabras".
Ante esta explicación cabe plantear una serie de preguntas: ¿el perfil no es un género informativo más? ¿El individuo descrito es acaso una de esas personas relevantes que señala la excepción? ¿Lo que cuenta fue dicho en público o estaba impreso? ¿Las palabrotas añadían información?
Aunque las palabras soeces ya no producen impresión y no resultan chocantes, como opina un ilustre académico, lo cierto es que el Libro de estilo de EL PAIS, de obligado cumplimiento para todos los redactores, es bastante claro respecto a su uso. La norma es precisa: "Una palabrota pronunciada durante una entrevista no justifica su inclusión en el texto, cualquiera que sea la persona que la emitió". En el perfil se ofrece un surtido lote.
Foto de archivo
El reportaje titulado El Madrid que no llegó a tiempo a 1992 (EL PAÍS, 29 de enero) fue ilustrado con una fotografía retrospectiva del que fue alcalde de la capital, Agustín Rodríguez Sahagún, en el momento de poner la primera piedra del Museo de la Ciudad. Así lo decía el pie, que fechaba el acto el 23 de enero de 1990.
El hijo del fallecido Rodríguez Sahagún escribe al defensor de los lectores planteando dos consideraciones: primero, la fotografía se refiere a una obra que no se menciona en el texto informativo y que no corresponde a 1990, sino a 1991, y segundo, el Museo de la Ciudad está prácticamente terminado y dispuesto para su inauguración.
El redactor jefe Alex Grijelmo considera que la foto "concordaba con los constantes retrasos" en las obras previstas para estar terminadas en 1992: el Museo de la Ciudad tenía que haberse inaugurado en diciembre del año pasado y lo será en marzo o abril de éste. "La elegimos como ilustración" explica, "porque en ella aparecían el anterior y el actual alcalde de Madrid". Admite que hubo un error en el año que consignaba el pie: fue en 1991, efectivamente. El origen de este fallo, cuenta, está en la referencia que el original fotográfico llevaba pegada al dorso, original que fue distribuido en su día, con el dato equivocado, por el gabinete de prensa del Ayuntamiento. Sin duda, a la hora de redactar el breve pie no se reparó en que la foto tenía también un sello impreso en el que se leía claramente "23 de enero de l99l".
El Libro de estilo advierte que debe extremarse el cuidado con la publicación de fotos de archivo utilizadas como simple ilustración de contenidos de actualidad. ¿Qué concordancia hay entre esa fotografía que ilustra un texto en el que no se habla para nada de Rodríguez Sahagún y el Museo de la Ciudad? En el pie, además de marrar el año, no se hace mención alguna al actual alcalde, que aparece en segundo plano, casi totalmente oculto por el tinglado que sujeta la piedra que va a ser colocada por Rodríguez Sahagún.
Grijelmo reconoce que "resulta chocante" que en la información no incluya el museo entre las obras no acabadas. El autor del trabajo, explica el redactor jefe, se refería al caso -"brevemente, dado que no era uno de los más sangrantes"- y luego se quedó fuera del artículo por razones de espacio. "No fue fácil encontrar una foto para ilustrar el tema; este tipo de imágenes no abunda en nuestros archivos".
¿En la elección de la publicada se extremó ese cuidado que recomienda el Libro de estilo? ¿No se halló una ilustración realmente idónea?
El artículo especificaba numerosas obras inconclusas: devarias hay testimonio gráfico en el archivo.ImpropiedadesEl 6 de febrero, en una crónica sobre la odisea de seis náufragos japoneses en aguas del Pacífico (cinco murieron de "hambre, frío y angustia"), se decía que "la macabra singladura duró cerca de un mes" y que el barco había zozobrado incapaz de luchar contra la furiosa galerna". Singladura y galerna son dos conceptos muy precisos que se emplean con frecuencia impropiamente. Singladura es el camino que hace una nave en 24 horas, que ordinariamente empiezan a contarse desde las doce de la mañana. Hablar, pues, de una singladura de "cerca de un mes" es un despropósito. Y galerna, palabra de origen bretón (gwalern, viento del Noroeste; gwall, mala, y arne, borrasca), se llama a la ráfaga súbita y borrascosa que en la costa septentrional de España suele soplar entre el Oeste y el Noroeste. A quien editó en Madrid la crónica, transmitida desde Tokio, se le escaparon ambas incorrecciones; no así a un lector que, la misma mañana del día 6, señaló los gazapos al Ombudsman: "En el Pacífico", puntualizó, "no hay galernas que valgan; habrá huracanes, tempestades, temporales... Dejemos la galerna en nuestra costa del Norte y sólo allí: es patrimonio nacional". Y en cuanto a la singladura de cerca de un mes exclama: "¡Qué barbaridad!".El teléfono directo del Ombudsman es el 304 28 48.
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