Ajenos a la euforia y al espanto
El rigor presupuestario que reclama el Banco de España mejora la expectativa de tipos de interés a largo plazo y desempolva un ánimo especulativo de mayor ambición. Sin embargo, cuando se trata de dinero, aunque su poderoso fetichismo atraviesa con facilidad los poros más enmohecidos, la prudencia es buena consejera.Por muy reducido que sea el círculo en el que vivimos, todos somos deudores o acreedores antes de que nos demos cuenta; y en la Bolsa mucho más dado que la estrechez del medio refuerza la promiscua espiral prestamista-prestatario. El mercado siempre es más humano de lo que aparenta. Las colosales sumas anónimas de los fondos y trusts inversores parecen ajenas a la euforia o al espanto, pero se mueven por instintos primitivos. El equilibrio se esconde detrás del conflicto entre la codicia y el miedo, como recordó Paul Volker.
El arranque inesperado de los cambios llegó al finalizar la semana. Quienes se refugiaron en pistas y eléctricas hace algunos día recogieron ayer sus frutos. Un ejemplo de Eddie Cantor lo resume así: "Me dijeron que comprara valores para cuando fuera viejo, y en una semana me hice octogenario".
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