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LIGA EUROPEA

El Joventut dio una leccción a su mejor alumno

Era un partido entre hermanos, considerando a ambos equipos como legítimos componentes de esa familia tan bien avenida que siempre forman los conjuntos que tratan bien a este deporte y a sus aficionados.Es la familia de los que juegan bien y bonito, duro cuando hace falta, elegante siempre. Son los que no saben de racanería, ni de complejas tácticas para lograr en meses lo que la sencillez puede conseguir en instantes. No van a la guerra, ni dramatizan más de lo justo. Su gran objetivo es ganar, pero no a costa de lo que sea, sobre todo cuando ese precio sea el jugar bien y divertirse.

En todo esto se parecen, pero- hay un problema para los colegiales. El Joventut es todavía el hermano mayor. Y eso hay que pagarlo de vez en cuando.

El Estudiantes ha aprendido rápido y cada vez se encuentra más cerca de su rival de ayer, pero le faltan un par de cosas para llegar a ser como su hermano deportivo. Una, más centímetros y su consecuencia, el aumento del poder reboteador. Otra, la versatilidad de recursos que posee el banquillo catalán, incluso teniendo como manejador de esta ventaja a un técnico tan poco dado a variaciones que vayan más allá de las necesarias.

En ambas superioridades se basó el octavo éxito europeo del mejor equipo del continente. La primera le valió para sacar un decisivo provecho eh una de las jugadas básicas de este deporte. La que empieza en un rebote más o menos claro, sigue con un buen primer pase al base y termina con una situación de ventaja en el otro aro, resuelta de la forma más sencilla posible.

El Joventut exprimió hasta la saciedad este recurso en los 7 últimos minutos del primer tiempo, en los que a los jugadores del Estudiantes pareció qué les habían colocado una telaraña en el aro catalán (del 25-22 en el minuto 13 se pasé al 33-44 en el descanso).

Fue el momento de Tomás Jofresa, el jugador más explosivo que circula por nuestras canchas. Los jugadores estudiantiles se veían incapaces de superar tanto la defensa del Joventut como su propio desacierto. Teniendo a Thompson como recoge pelotas, Jofresa II encontró el terreno ideal para hacer lo que más le gusta, de bala humana. Y esta vez dió en el blanco.

La disponibilidad de sus reservas, le sirvió para no acusar que Villacampa lograse únicamente 11 puntos, lejos de su media habitual, o que Thompson se quedase en unos impensables 5 tantos, aderezados, eso sí, con 17 rebotes. Allí estaban, dispuestos lo mismo para un roto que para un descosido, Tomás Jofresa y Jordi Pardo.

Saliendo del banquillo, dinamitaron el encuentro cuando en el segundo cuarto se empeñaba en moverse bajo a ritmo de ahora metes tú, ahora me toca a mí. Mientras el banquillo del Estudiantes puso un granito de arena de 2 puntos, la resolutiva pareja verdinegra hizo una montaña de 24 tantos. Excesiva y definitiva diferencia.

El resto lo solucionó la defensa del campeón liguero, que imposibilitó que durante todo el segundo tiempo el Estudiantes pudiese darvida a un encuentro que había sufrido un casi mortal ataque al corazón con la ceguera ofensiva madrileña al final del primer tiempo Winslow y Herreros, los más entonados del Estudiantes, dieron el tono, pero falló el resto del coro. Y dos contra siete no suele ser una buena pelea.

Pinone sufrió los rigores de Cory Thompson, de la misma forma que Azofra tuvo pegado a su camiseta el rapado de Tomás Jofresa.

El quinto mosquetero, Orenga, limitó el poder anota dor de Thompson, pero en ata que no fue más allá de varios ti ritos de media distancia. Miguel Ángel Martín decidió tirar la casa por la ventana sacando del baúl, una zona 1-31 con la que quemar el último cartucho (minuto 12 del segundo tiempo, 52-66). El Joventut tardó tres ataques en centrarse e incluso Ricky Winslow machacó un balón de esos. que suelen valer más dos puntos, pero la innovación no tuvo continuación efectiva y el partido firmó su defunción.

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