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AMENAZA TERRORISTA EN UN AÑO ESPECIAL

La Expo de Sevilla vive en alerta permanente

Los responsables antiterroristas de Sevilla están convencidos de que ETA llevará "hasta donde pueda" su amenaza contra la ciudad que acoge la Exposición Universal de 1992. La policía tiene la seguridad de que la banda terrorista no posee infraestructura logística y de que los grupos de información "controlan cada piso de la ciudad", pero afirman que ETA intentará derramar sangre a cualquier precio.

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Los acontecimientos vividos desde el 2 de abril de 1990 han corroborado estas impresiones. Ese día, entre Camas y Santiponce, cerca de la capital, un control de la Guardia Civil interceptaba "al etarra desconocido" Henri Parot, el jefe del comando itinerante de ETA, autor de una veintena de atentados y 30 asesinatos. Pretendía colocar 338 kilos de explosivos en la Jefatura Superior de Policía de Sevilla, en pleno centro de la ciudad.La operación que desarticuló este comando, integrado por vascos franceses y desconocido incluso por los propios activistas de la organización, fue obra de uno de los controles selectivos que desde primeros de 1990 practican diariamente la policía y la Guardia Civil en las carreteras de acceso a Sevilla. Coches camuflados con apoyo de un helicóptero tratan de impedir la entrada de un comando que se asiente en la ciudad.

"Desde entonces estamos en alerta permanente", advierte un responsable policial, quien asegura que Parot amenazó a miembros de la Guardia Civil cuando fue detenido: "ETA se vengará de Sevilla". El 20 de abril de 1990, una carta bomba amputó las manos de una funcionaria de la Comisaría de la Expo 92, justo dos años antes de su inauguración. La amenaza se cumplía. Tres días más tarde, ETA confirma a través del diario Egin que la Expo es uno de sus objetivos "más importantes".

Sin apoyo logístico

La reacción policial se ha mantenido hasta ahora. Dos compañías de reserva permanecen en Sevilla, reforzando a los 1.500 agentes que componen la plantilla. Pero ETA volvió a atentar el 28 de junio del pasado año, de nuevo en una acción indiscriminada. Un paquete bomba explotaba en la prisión Sevilla 1 y causaba cuatro muertos y 32 heridos.

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Las últimas acciones del pasado mes de diciembre han devuelto la intranquilidad a la ciudad. Tres artefactos estallaron en Sevilla y su provincia, sin víctimas, y otro fue desactivado.

Estas bombas son, según fuentes antiterroristas, "una auténtica chapuza, obra de alguien poco experto, con pequeñas cantidades de amonal y los temporizadores conectados burdamente".

La policía cree que ETA sólo puede atentar en Sevilla con paquetes bomba enviados por correo o empresas de transportes, o mediante comandos itinerantes o legales. "Sin chulerías, porque nunca se sabe, la policía controla todos los pisos de Sevilla", afirmaba un responsable policial hace una semana.

Pero las bombas de diciembre han creado un clima de alarma permanente. Diariamente son decenas de llamadas las que alertan a la Policía de paquetes sospechosos, lo que ha multiplicado las salidas de los grupos Tedax, y empiezan a cansar ya a las dota ciones de los patrulleros.

Sin embargo, la colaboración ciudadana ha sido reiteradamente solicitada por Interior durante las reuniones mantenidas en 1991 para la concreción del Plan de Seguridad para la Expo. El dispositivo, que no entrará en funcionamiento pleno hasta finales del próximo mes de febrero, reunirá en la ciudad a "no menos de 5.000 agentes de Policía y Guardia Civil", según el ministro José Luis Corcuera.

Dividido en tres apartados territoriales -recinto de la Expo, ciudad y área metropolitana-, el plan está concebido para que en cada momento y en cada lugar se sepa quién manda. En el interior del recinto habrá 700 policías uniformados y una dotación de la Guardia Civil para vigilar las márgenes del río. Todos tendrán claro qué hacer en cada uno de los supuestos "previsibles" que han sido recogidos en el plan. Rafael Vera ya dijo en noviembre: "La seguridad total es imposible, pero hay que intentarla".

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