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Nubarrones urbanísticos

En la actualidad, cuando la Ciudad Universitaria se encuentra masificada, invadida y coartada por centros ajenos a la Universidad, se plantea un Plan Especial de Remodelación que puede consolidar y aumentar las actuales agresiones.-

La decisión de construir la Ciudad Universitaria resulta asombrosa, pues surgió en una época de incertidumbre en la que se estaban fraguando los distanciamientos irreconciliables entre nosotros. Esta iniciativa regia de 1927 de "hacer algo por la Universidad" se plasmó en sacarla de los edificios y barrios degradados, organizando un nuevo espacio con el fin explícito de "crear un foco universitario modélico que abarque todas las áreas del saber", que sirva "para, fomentar la modernización de España" y que tenga "proyección hispano-americana". Tal interés por contribuir a la modernización de la vida española es, sin duda, el hecho más trascendente y será retomado una y otra vez en -la accidentada marcha hacia nuestra mayor integración interna y externa. Tal decisión responde a la corriente de regeneracionismo progresista común en los intelectuales de finales del siglo-XIX y principio de éste, y se plasma en la idea de que el progreso, el bienestar, la concordia y la tranquilidad entre los españoles sólo serán alcanzados tras una culturización de la sociedad. Así, se asume que la enseñanza es la meta principal, pues una adecuada formación será la garantía de la libertad individual que permitirá avanzar mediante un progreso bien enraizado en cada uno de nosotros gracias al nivel cultural alcanzado.Nuestra Ciudad Universitaria tuvo un oportuno y sorprendente nacimiento en 1927, un desarrollo espléndido e ilusionado hasta 1936 y una acertada reconstrucción tras la guerra civil, pero ha sufrido varias décadas de desidia en su conservacion y de abuso en su utilización.

Si se quisiese que la capitalidad cultural de Madrid en 1992 tuviese sentido y trascendencia, una contribución señera podría haber sido la de contribuir a la protección, conservación y actualización del recinto universitario. En todo caso, también podría programarse desde ahora para, en 1998, conmemorar la generación que puede encarnar históricamente las ideas que subyacen en la construcción de la Ciudad Universitaria.

El plan especial, que se ha redactado en grado de avance, trata de solucionar los problemas existentes y presta especial atención a las demandas de ampliación de los centros allí ubicados, pero no se plantea los problemas universitarios y urbanos en su integridad. Resulta prioritario establecer don la mayor claridad las ideas básicas sobre las que se debe basar una intervención en el recinto de la Ciudad Universitaria para no caer en el defecto de plantearla como fruto de una mera compatibilización de una serie de soluciones a problemas concretos, tales como los puntos de tráfico conflictivos, el acondicionamiento de las áreas de aparcamiento, la mejora del transporte público, la atención a las demandas de espacio para atender a la población universitaria que- ha masificado los centros existentes y la contribución elemental y mínima a una calidad ambiental. Estos problemas son graves y acuciantes, por lo que deben ser atendidos sin demora, pero la solución de cada uno de ellos no puede ser planteada aisladamente, sino bajo una visión global y partiendo de una idea clara y serena como la que dio ongen a la Ciudad Universitaria.

Indefinición

Ante todo, el plan no entra en definir y aclarar en profundidad lo que hoy día debe ser la Ciudad Universitaria para, en consecuencia, poder elaborar fundadamente el programa a cumplir. La Universidad, es decir las dos universidades a las que pertenecen los centros proyectados desde un principio -la Complutense y la Politécnica-, debe pronunciarse sobre su propio carácter, sobre sus dimensiones, sobre sus relaciones, con la sociedad y sus implicaciones en la ciudad, etcétera. Asimismo, habrá de recapacitarse sobre las características que requieran cada uno de sus centros. De otra parte, no se hace hincapié en la misión cultural de la Universidad en Madrid, al no plantear claramente su integración en el conjunto urbano y no apostarse decididamente por la instalación de espacios y edificios de alta difusión cultural tan necesarios y fundamentales para crear un foro universitario modélico, tales como museos, bibliotecas, jardines, salas de conferencias, de exposiciones y de conciertos, al servicio de la Universidad y de Madrid. Tampoco se apuesta claramente por crear las condiciones idóneas para una calidad de vida universitaria, y las medidas de protección, de espacios y edificios no tienen el énfasis debido, sino que resultan marginales.

Como dijo Ortega en 1930 en sus conferencias sobre La misión de la Universidad, es-preciso puntualizar que la Universidad debe integrar la investigación que contribuya a una mejor docencia, pero ésta no debe ser distraída o anegada por la actividad investigadora, la cual debe tener vida y lugar propios. En tal sentido, parece lógico exigir que en la Ciudad Universitaria deben ubicarse los centros de investigación de la propia Universidad que sean necesarios para la docencia, pero no tienen por qué serlo los centros puros de investigación y deben eliminarse de la Ciudad Universitaria aquellos centros que poco tienen que ver con la actividad universitaria, y mucho más los que en nada se relacionan con su vida e incluso la ponen en peligro. Es de resaltar que casi un 32% de la edificación ac tual del recinto de la Ciudad Universitaria es ajeno a la Universidad, destacando las instalaciones del Centro de Energía Nuclear y la Presidencia del Gobierno, puesto que no sólo la vida universitaria les es ajena, sino que se dificultan tanto entre sí que ambos centros se erigen cada vez más como ciudadelas incrustadas en la Ciudad Universitaria y en el tejido urbano.

La mera atención a las necesidades manifestadas por cada uno de los centros que hoy ocupan el recinto de la Ciudad Universitaria, tal y como se hace en el avance del Plan Especial de Remodelación, lleva a permitir un aumento de la edificación existente en cerca de un 40%, lo cual, a todas luces, lleva a una masificación inadmisible tanto para la Universidad como para Madrid. Además, consideramos que la adecuación de los centros existentes partiendo de unos baremos mínimós de espacio, tal y como se argumenta en el avance de] Plan Especial de Remodelación, es engañosa, pues desvía la atención del principal problema, que es el inverso, es decir, que habría que preocuparse sobre el carácter de la Ciudad Universitaria y su relación con Madrid, para de ello deducir la organización adecuada del recinto y su capacidad, y entonces, poder decidir sobre qué centros universitarios deben de estar allí ubicados y qué capacidad han de tener.

En cuanto a los problemas de tráfico, se decide peatonalizar las vías principales sobre el supuesto de desviar el tránsito de la carretera N-VI y se crea un anillo para transporte público que tiene su principal conexión con los transportes urbanos en la plazadel Cardenal Cisneros. El desvío parece poco factible, y el plan tampoco parece creer demasiado en su realización. El anillo de transporte público se traza, curiosamente, por las traseras de los edificios con el pretendido fin de dignificar esas fachadas secundarias. No se entiende tal artilugio o justificación, ya que el transporte colectivo ha de ser digno y puede discurrir por los frentes más nobles, por lo que no debe mezclarse este tema con la necesidad de mantener limpias y dignas las demás fachadas. Asimismo, la conexión del transporte público externo con el interno en la plaza del Cardenal Cisneros es bastante artificiosa y requiere una obra costosísima cuando lo que necesita un recinto como éste es integrarse en todos los sentidos con la ciudad y resultar accesible por muchos puntos.

La. Ciudad Universitaria constituye uno de los más significativos patrimonios culturales y urbanísticos de España, por lo que sería bueno que los diversos sectores de la sociedad aportasen ideas y esfuerzos para tratar de reconducir la vida universitaria y ese singular recinto a un equilibrio que fue objeto de admiración y ha ido perdiéndose por actuaciones inconexas y precipitadas. Quizá conviniese crear, para orientar y velar tan importante tarea y como apoyo al Consorcio de la Ciudad Universitaria, un consejo asesor de pensadores y hombres públicos preocupados por la función de la Universidad en la sociedad actual, además de un consejo, de expertos.

es catedrático de Urbanismo de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura.

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