La LHBSH
Si a un niño de 10 años se le pregunta si prefiere una bicicleta ahora o un Seat Panda cuando cumpla los 18, es bastante probable que la respuesta sea:-¡Venga la bicicleta!
Mientras la oferta sea proporcional a la distancia, es difícil que el chaval se mueva de ahí por mucho que se eleve aquélla: un Volkswagen Golf cuando acabes la carrera, un piso cuando te cases, cuidar los sábados por la noche de los niños, cuando los tengas.
-iVenga la bicicleta!
La única posibilidad de hacerle cambiar de opinión es reducir el plazo. Aun así, será dificil que prefiera una Mobylette en junio a una bicicleta en enero. Es algo que está estudiado. Se conoce como principio de subestimación de las necesidades futuras (PSNF).
Hay otro principio que podría denominarse ley de hierro de los barcos sin honra (LHBSH) y que yo puse a prueba hace algunos años, poco después de llegar a Madrid. En una de las primeras reuniones de listillos en que participaba planteé a los asistentes el siguiente dilema: "¿Qué preferís, ganar los tres millones del Premio Nadal o que os toquen cinco en la lotería?", Por unanimidad: el Nadal, por supuesto.
-¿Y si lo que os tocase en la lotería fueran 10 millones?
Hubo tres que cambiaron de bando. Seguí subiendo la oferta. A los 15 millones fueron otros ocho los que claudicaron, y al llegar a 25 ya sólo quedaba un listillo que prefería la gloria al poder, la fama a la pasta. Estaba a punto de presentar una última oferta al recalcitrante cuando éste, hombre cabal como pocos, persona honesta y generosa, muy apreciada entre sus compañeros de profesión, se levantó, recogió sus papeles y se dirigió a la puerta. Pero antes de franquearla se volvió hacia mí, y esto fue lo que me dijo, el tío:
-No te pases de listo, chaval.
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