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Se acabaron las prostitutas al aire Iibre

El prefecto de París quiere cerrar el inmenso lupanar del bosque de Boulogne

Cerrar el bosque de Boulogne al tráfico rodado puede ser una tarea tan imposible como lo fue en la Edad Media combatir el señorío de Robin Hood en el bosque de Sherwood. Y sin embargo, el prefecto de París -el representante del Gobierno socialista- quiere terminar con el inmenso lupanar al aire libre en que se ha convertido el pulmón de París. Cada noche, unos 400 travestidos y 200 prostitutas atraen a millares de clientes y curiosos. La máxima autoridad gubernativa de París pretende prohibir el tráfico automovilístico nocturno en esa zona. El alcalde de París, el conservador Jacques Chirac, está de acuerdo con la idea."Esta prohibición puede ser una buena manera de frenar los ardores de unos clientes que ya no saben desplazarse si no es en coche", dice el prefecto Pierre Verbrugghe. En 1992, el Ayuntamiento y la prefectura instalarán barreras metálicas y destinarán 200 policías a su vigilancia.

La limpieza del bosque de Boulogne cuesta cada día más cara. El Ayuntamiento gasta unos seis millones de francos anuales (unos 110 millones de pesetas) para recoger cada mañana los preservativos usados y otros restos repugnantes que jalonan las 40 hectáreas ocupadas por el comercio carnal.

El uso de los preservativos es, sin embargo, minoritario en el bosque de Boulogne. Muchos clientes prefieren pagar entre 10.000 y 15.000 pesetas para prescindir de ellos. Y lo grave es que un 95% de los travestidos están infectados por el virus del sida, según un reciente estudio. Cada noche contaminan a unos 30 o 40 clientes. El miedo al sida se ha adueñado de los habitantes de los barrios vecinos. Hace unos meses, el dueño de un perro que se tragó un preservativo usado amenazó con querellarse contra el Ayuntamiento si el animal se contagiaba.

El asunto de la prostitución ha servido de pretexto a Jean Tiberi, adjunto a Jacques Chirac, para lanzar un enésimo ataque contra la política de inmigración del Gobierno socialista. Tiberi dice: "El verdadero problema es el de la inmigración. El 85% de las prostitutas y los travestidos del bosque son extranjeros en situación irregular". Sin embargo, fuentes policiales confirman que la mayoría de los travestidos extranjeros del bosque tienen visados turísticos.

Policías y médicos son muy escépticos con las medidas anunciadas por la prefectura. Los primeros piensan que cerrar el bosque no erradicará el problema; los travestidos se desplazarán a otros barrios. De la misma opinión es el profesor Yves Pélicier, del hospital Necker. "El cierre de los burdeles", recuerda, "está justificado por razones éticas, pero no está tan claro que sea una buena idea desde el punto de vista sanitario".

El escritor Michel Tournier, más radical, dice: "Hay que dejar el bosque de Boulogne a los enamorados. La policía no debería poner los pies allí. Los que van a ese lugar en busca de prostitutas y travestidos tienen coraje. No son más locos que Gérard d'Aboville, que ha atravesado el Pacífico a remo, o que Borís Yeltsin, que pretende transformar Rusia en un país liberal".

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