"Sigo siendo Angelito"
El concejal Matanzo organiza una cena para 400 ancianos del distrito Centro
Fue una velada de diversión y abandono de dietas por prescripción facultativa. Más de 400 ancianos de los centros de la tercera edad del distrito de Centro asistieron anoche a una cena ofrecida por la Junta Municipal con su presidente, Ángel Matanzo, a la cabeza. Por la mañana, las señoras acudieron todas a la peluquería y los señores se embutieron en sus trajes de vestir para olvidarse del colesterol y pasar una noche con mariachis, pasodobles y licores. Matanzo, que llevó a su madre, estaba feliz de pasar un rato "con esta gran familia". "Del pueblo he salido y al pueblo quiero volver. Sigo siendo Angelito".
El salón real de la sala Lord Winston se llenó hasta los topes. Fue una velada llena de sorpresas. La primera vino con el primer plato, es decir, el de los fritos variados. Cuatro enormes mariachis aparecieron en el escenario, vestidos de negro y plata, y entonaron conocidas rancheras. Con "Cielito lindo", el cantante, moreno y corpulento, se paseaba por las mesas poniendo el micrófono a los comensales, que entre calamar y calamar, entonaban el "ay ay ay" con éxito desigual.El discurrir del mariachi le llevó hasta la mesa presidencial, encabezada por Angel Matanzo, que estaba flanqueado por su madre, doña Pilar España, y su esposa, Mari Carmen. "Con dinero, sin dinero, hago siempre lo que quiero, y mi palabra es la leeeeyyyy...", decía entonces el cantante por casualidad.
Terminaron los mariachis y los ancianos siguieron atacando con furor al Valdepeñas. Después del lenguado llegaron los escalopines de ternera con patatas. Segunda sorpresa. Las luces se apagaron y el cocinero fambleó la carne al ritmo de la Danza del Fuego, de Manuel de Falla.
A los postres, una de la mesas comenzó a cantar villancicos, sobreponiéndose a la música de fondo, tipo hilo musical. Otros se levantaron para saludar a los conocidos. "Pues me tienen que operar del juanete, porque se me han montado todos los dedos", describía una anciana a sus amigas.
A la espera del chotis
Todos estaban expectantes: Matanzo había prometido baile, pero los chóferes de los autocares les habían dado las 22.30 de hora tope. Y se morían por bailar. "¿Usted baila el chotis, joven?", preguntaba una anciana pinturera. "Debería bailarlo la gente joven, Es una danza muy bonita, mejor que las de ahora. "Tendrían que haber organizado mejor una comida, porque con gente tan mayor, una cena así, verás como están los ambulatorios mañana", se reía otra señora.Corrió el champán. Matanzo de se levantó y fue aclamado en todas las mesas. "Sólo puedo decir una cosa. Odio al que haga política con los viejos. Yo soy atípico, mi distrito es diferente. Ellos me han visto nacer y crecer, esto es diferente a cualquier acto político. Para ellos soy el chaval que nació en una verdulería en la plaza de la Cebada. Sigo siendo Angelito". Los ancianos corroboraban estas impresiones y las más atrevidas se abalanzaban a besarle.
Por fin llegó el momento. Matanzo subió al escenario y se marcó con gracia un pasodoble. Algunas parejas subieron también. Otros, más desconfiados, aguardaban abrigo en mano en la puerta, no fuera que los autobuses los dejaran plantados.
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