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Una fecha cierta para la moneda única

La adopción del ecu como única divisa culminará la unión monetaria europea

La cumbre de Maastricht, que se inicia mañana, no decidirá una fecha fija de creación de la moneda única. Aprobará sólo el procedimiento para llegar a la unión monetaria plena. Pero ese mecanismo institucional asegura que en 1999 la CE pueda contar con una sola divisa: el ecu. Los Doce apuestan por una segunda fase de la unión transitoria y corta, dedicada a la convergencia de sus economías, para dar el salto hacia una política monetaria única y un banco central europeo.

El Consejo Europeo de Maastricht discutirá dos temas claves de la unión económica y monetaria en los que los ministros no han logrado ponerse de acuerdo. Se trata de cómo decidir el paso a la tercera fase y de la cláusula de exclusión que piden el Reino Unido y Dinamarca a la hora de adoptar la moneda única. Los británicos piden una cláusula general, pero la mayoría entiende que basta con un protocolo que les permita a ellos solos quedarse fuera.A finales de 1996, según la última propuesta de la presidencia holandesa, los jefes de Estado y de Gobierno de la CE analizarán si las economías de al menos siete países (la mayoría simple) están preparadas para dar el salto a la moneda única, que marca el inicio de la tercera fase. Pero la decisión debe tomarse sin ningún voto en contra, porque esa es la norma de funcionamiento del Consejo Europeo.

Conocido el rechazo al objetivo final del proyecto que, por razones de soberanía, mantiene el Reino Unido, la fórmula elegida establece una curiosa interpretación del consenso. "Un Estado miembro no podrá impedir el consenso", afirma el texto.

Gran Bretaña se opone a esta novedad jurídica que convertiría en inútil su veto. Alemania propone que cualquier otro país con una economía preparada para pasar a la unión monetaria plena pueda bloquear el proceso, pero no uno (por ejemplo, Grecia) que no haya realizado con éxito el ajuste. Si prosperara el proyecto alemán, que no gusta ni a Francia ni a España, podría darse el caso de que siete países podrían decidir por unanimidad poner en vigor la moneda única.

Si no hay acuerdo en 1996, dos años después, a finales de 1998, se intentaría de nuevo. Pero en esta segunda oportunidad, ya sólo haría falta una mayoría simple.

El paso a la tercera fase supondrá la creación de un banco central europeo, totalmente independiente de los Gobiernos, que decidirá las emisiones de la moneda única y regulará la política monetaria. Los países integrados asumirán un régimen de tipos de cambio fijos, sin banda de fluctuación.

Para evitar el efecto psicológico de tener que pagar con una moneda extranjera, la Comisión Europea ya ha previsto un ecu con dos caras. La faz llevaría el emblema de la divisa europea y el envés, los símbolos de la peseta, el franco, el marco o la libra esterlina, con la imagen de la reina incluida. Entre el ecu-marco o la ecu-peseta no habría diferencia. Su valor será el mismo, en torno a unas 130 pesetas.

Torrente de ventajas

La cesión de la soberanía monetaria a Bruselas no es sólo un capricho federal, sino un torrente de ventajas a sumar a las que proporcionará la supresión de barreras comerciales del mercado único. Según el informe Un solo mercado, una sola moneda, el ecu provocará un aumento del 8% del producto nacional bruto de la Comunidad.

únicamente la eliminación de los costes de transacción entre las diferentes monedas nacionales generará un ahorro anual para los Doce de entre 1,7 y 2,4 billones de pesetas (1,2% del PNB). España figura entre los cinco países a los que la unión monetaria ofrece claros beneficios gracias a la estabilidad de precios que se generará.

Otro ejemplo ilustra las ventajas para el ciudadano de a pie. La organización de consumidores ha hecho la experiencia. Elviajero que salga de Madrid con 100.000 pesetas para hacer una gira de capitales comunitarias y cambie en cada aeropuerto que pise por moneda nacional, sin gastar nada, comprobará como entre comisiones y tasas de conversión los bancos se le han quedado con algo más de la mitad.

La moneda única será el encuentro en la tercera fase, la culminación de un proceso iniciado en junio de 1989, en la cumbre de Madrid. Entonces los Doce aprobaron la primera fase, de convergencia de las economías, que dio comienzo un año más tarde. La recesión de la economía europea, que este año ha abandonado el esplendor expansionista que inició en 1986, ha impedido avanzar en el proceso. En el último año, en lugar de acercarse, las economías de los Doce han aumentado sus diferenciales de inflación, déficit y tipos de interés.

La tarea ha pasado a ser el objetivo esencial de la segunda fase. de la unión monetaria que comenzará el 1 de enero de 1994. Desde esa fecha hasta el paso a la moneda única, los países aspirantes deben contener el déficit de las administraciones públicas hasta un máximo del 3% del PIB. Los mismo sucederá con la deuda pública acumulada, que no podrá superar el 60% de la producción nacional. Ningún país podrá recurrir a la máquina de hacer billetes para financiar el déficit.

Tope de inflación

A los dos criterios citados, se añade el de la inflación, que no podrá ser superior en 1,5 puntos a la media de los tres países con mayor estabilidad de precios. España planteó combinar este baremo con la fijación de un tope (por ejemplo el 3% de inflación máxima). De esa forma habría más garantías de cumplir el objetivo, pues se puede dar el caso de que contener la inflación hasta esa cifra no baste, si los tres mejores tienen una inflación media del 0,5% o del 1%, por ejemplo.

Los tipos de interés no podrán separarse en más de dos puntos de la media de los tres países con el precio del dinero más bajo. A estos cuatro criterios macroeconómicos se une la obligación de situar la moneda respectiva dentro de la banda estrecha de fluctuación del Sistema Monetario Europeo (SME) desde dos años antes del paso a la tercera fase, es decir desde el 1 de enero de 1995, como máximo.

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