Los mercenarios del pánico
Los descensos de Wall Street son el azote de unos operadores atenazados por el terror al vacío. Algunos sectores ya muy castigados por el entorno durante los últimos meses -el cementero podría servir de ejemplo- acusaron ayer nuevas caídas, mientras que para el resto del mercado no hubo sobresaltos salvo casos aislados de insólito contraste. Algún valor experimenta repentinamente un rally y en medio del desastre general cabe pensar únicamente que a río revuelto gananancia de los listos o, mucho peor todavía, que las cotizaciones sobreviven gracias a selectivos cambios de manos de paquetes cuya explicación puede tener motivos fiscales.Para la mayoría de los servicios de estudios de las sociedades de Bolsa, la semana no ha entrado en la historia superado el susto de un comienzo con música de fondo de suspense. En el último minuto, antes de iniciarse las sesiones del lunes, la campana salvó a los mercados europeos y desde aquel preciso instante decir crash es mentar la soga en casa del ahorcado. Sólo se mantienen la incertidumbre y los mercenarios; con ellos, la convicción de la escasa fortuna con la que actúan las instituciones a la hora del pánico.
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