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"¡Dios mío!, ¡Dios mío!", clama Imelda Marcos ante el fervor de sus seguidores en Manila

Juan Jesús Aznárez

Imelda Marcos, dándose ánimos con avemarías y champaña durante las cinco horas de vuelo entre Hawai y Filipinas, aterrizó ayer en el aeropuerto de Manila después de un amargo exilio de cerca de seis años. La exaltación de los miles de seguidores que acudieron a la terminal aérea y saludaron su recorrido, en una furgoneta blindada, la pusieron al borde del soponcio. "¡Dios mío!, ¡Dios mío!", decía Imelda al comprobar el incontrolable fervor de su gente. La mujer que en su día quiso emparentar con la realeza europea y en cuyas mansiones de verano gorronearon actores en paro y aventureros con ínfulas de marqueses, prometió a todos una patria más próspera y promover nuevas inversiones.

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El Boeing 747 de la compañía Evergreen International especialmente fletado para la ocasión y en el que viajaron la esposa del difunto dictador Ferdinand Marcos y sus leales llegó a la capital filipina a las 8.20 de la mañana. Sus alrededores habían sido tomados por la policía nacional y fuerzas especiales, y los controles eran estrechos. La ex primera dama se negó a abordar un vehículo fuertemente escoltado que la esperaba en las escalerillas del avión para conducirla fuera del aeropuerto y optó por el pasillo reglamentario que lleva a las ventanillas de inmigración. En posterior conferencia de prensa declaró, haber tomado esta decisión para evitar privilegios. En 1983, el esposo de la actual presidenta, Corazón Aquino, Benigno Aquino, de regreso también de exilio, fue requerido por un grupo de militares. Poco después de abandonar el avión era asesinado.Desde la noche anterior a la llegada, con velas, pancartas, globos de colores y corazones rojos en la pechera, cientos de simpatizantes habían tomado posiciones en varios puntos del trayecto, principalmente en las inmediaciones del hotel Plaza, en cuya suite imperial residirá Imelda durante varios días.

"Bienvenida a casa", "hogar, dulce hogar", los musulmanes de Mindanao te queremos", "Marcos no tiene sustituto". Éstas y otras efusiones en pancartas desplegadas a lo largo de los 10 kilómetros de recorrido saludaron a la nueva competidora de Corazón Aquino, cuyo pasado populismo y seleccionadas obras sociales son recordados por los beneficiarios y por quienes no han encontrado en la actual jefa de Gobierno el progreso que de su Gabinete esperaban.

Como una novia

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De blanco como una novia, Imelda sollozó emocionada, repartió besos y bendiciones y se dejó llevar por la veneración de miles de pobres que vestían ayer sus mejores harapos y por señoronas de cuestación benéfica y té con pastas que se desgañitaban reclamando un saludo, una mirada o su participación en las presidenciales del año próximo."Imelda se preocupaba de los pobres", aseguraba Leonor Santos, de 70 años, indigente también. El recorrido de Imelda fue lento, y los gritos y piropos de sus incondicionales, muchos. Las fanfarrias y los cohetes de feria acompañaron su entrada en el hotel, con la cara desencajada, entre apreturas que le hacían dar traspiés, llegó hasta el ascensor.

Tras cambiarse de ropa, tocada ahora de morado y collar de flores naturales, celebró una conferencia de prensa con cerca de 300 periodistas y otros tantos hinchas. Casi todas sus respuestas, declaraciones de buenas intenciones y promesas de reconciliación fueron recibidas con fuertes aplausos.

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