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8.000 granadas en dos días sobre Vukovar

Más de 4.000 granadas de artillería cayeron sobre Vukovar el viernes; ayer fueron otras tantas, más algunas bombas de aviación yugoslava. Tampoco ayer pudieron salir de sus refugios los 15.000 habitantes, que viven literalmente bajo tierra, escasos de alimentos, sin agua ni luz, desde hace dos meses, defendidos por unos centenares de guardias nacionales croatas.

Los bombardeos fueron ayer de nuevo masivos en todo el frente. En Zagreb se oyó todo el día la incesante serie de detonaciones del frente de Pokuspo, a 30 kilómetros de la capital, y las sirenas volvieron a sonar por primera vez en dos semanas.

[Entre tanto, en la ciudad-museo de Dubrovnik, la tregua de Todos los Santos se rompía ayer y en sus alrededores volvían a surgir los incendios y las explosiones. El Ejército anunció que retiraba su propuesta de armisticio de 11 puntos para normalizar la vida en la ciudad, sitiada desde hace un mes sin agua, teléfono ni electricidad, informa Efe.]

La nueva ofensiva del Ejército federal y la guerrilla serbia para tomar Vukovar fracasó por enésima vez. La explicación de los expertos militares a la impotencia de las fuerzas sitiadoras pese a su abrumadora superioridad en armamento es que el Ejército federal carece de una infantería resuelta a tomar por tierra los objetivos castigados por aire.

Centenares de reservistas serbios enviados para la toma por tierra de Vukovar, Osijek y Vinkovci han desertado, regresado a sus casas o huido a las de familiares y amigos. Los oficiales, serbios en su mayoría, usan sus armas cortas para conminar a sus hombres a permanecer en el frente. Las fuerzas serbias se concentran por ello en machacar con fuego artillero y aéreo las ciudades; algunas, como Vukovar, han sido reducidas ya a grandes montones de escombros. bajo los que subsisten en sótanos los habitantes.

Las fuerzas croatas se defienden pese a su inferioridad en armamento con creciente éxito. Los jóvenes estudiantes y campesinos que se emborrachaban para atajar el miedo, que apenas sabían manejar los kaláshnikov y morían como moscas en las primeras semanas de esta guerra se han convertido en guardias nacionales con creciente formación militar y toda la decisión y rabia que alimentan las diarias imágenes de la destrucción de sus pueblos y de civiles muertos por el Ejército yugoslavo.

Mejora el armamento

También su armamento ha mejorado, aunque siga siendo abrumadora su inferioridad respecto a un Ejército tan bien armado. En la isla de Pag han hecho su aparición las primeras baterías de misiles tierra-aire del Ejército croata. Cada vez son más las baterías antiaéreas, muchas nuevas, que pueden verse en puntos estratégicos. Finalmente, el asedio a los cuarteles y la toma de varios han facilitado a la Guardia Nacional la artillería y los morteros con que ya puede responder, al menos aisladamente, a los ataques federales.

"Destruyen, queman y saquean, pero esta guerra acabará en Belgrado", dice Milan Tikucdziya, un croata de Bosnia que abandonó su trabajo de obrero en Libia e ingresó en la Guardia Nacional hace dos meses cuando supo que su casa había sido destruida por el Ejército. En la ciudad dálmata de Zadar, compañeros suyos llevaban el viernes por primera vez la guerra a territorio serbio. Un comando voló un puente, una central telefónica y otras instalaciones en el extremo occidental de Serbia

La población serbia ya sufre la guerra con serias privaciones que se agravarán si la comunidad internacional impone las sanciones con que amenaza por la negativa de su presidente, Slobodan Milosevic, a acatar el plan de paz de la CE.

La situación para Serbia se torna seria y ha desaparecido el triunfalismo que llevaba a gran parte de la población de Belgrado a festejar a los carros de combate que partían hacia Croacia.

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