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La atracción creciente del Ku Klux Klan

David Duke intenta gobernar en Luisiana

David Duke, ex dirigente del Ku Klux Klan, se acercaba ayer, en el profundo sur estadounidense, a la posibilidad de conseguir el puesto de gobernador de Luisiana gracias a una campaña divisionista que amenazaba el domingo con quebrar el Estado en dos frentes raciales. Duke, de 41 años, derrotó al gobernador republicano Buddy Roemer, quien quedó en segundo lugar con el 32% de los votos en las elecciones preliminares de ayer, de acuerdo con los primeros resultados.

Republicano declarado, de quien abjura su propio partido, Duke se enfrenta ahora a Edwin Edwards, ex gobernador demócrata, en las elecciones del próximo 15 de noviembre. Edwards fue el candidato favorecido en las preliminares de su partido del sábado pasado con el 34% de los votos.

"Vamos a participar en la elección a gobernador de Luisiana", dijo Duke a una rugiente multitud de partidarios ayer al saber el resultado de las preliminares. El fulgurante ascenso político de Duke, desde que fue elegido para la Cámara de Representantes (diputados) del Estado hace tres años, ha sorprendido a los analistas políticos de Luisiana.

Tanto Edwards como Roemer despreciaron la campana de Duke, a quien consideraban un adversario fácil de ganar. "Cómo alguien se puede tomar en serio a un hombre adulto que se paseó durante años envuelto en una sábana", dijo Edwards refiriéndose a la túnica blanca del Ku Klux Klan. "Su elección sería un mal para Luisiana", dijo Roemer.

En 1988, Duke fue candidato a la presidencia en la franja más periférica del espectro electoral, primero como demócrata y luego como candidato del Partido Populista, una coalición de neonazis y militantes del Ku Klux Klan. Sus detractores afirman que jamás ha trabajado fuera del círculo relativamente lucrativo de los grupos extremistas como el Klan, al que se unió en la adolescencia.

Hace una década fundó la Asociación Nacional para el Progreso de los Blancos, organizacion para la supremacia racial de los blancos, con la que aún mantiene lazos profundos.

Pese a que Duke niega que en la actualidad mantenga relaciones con el Ku Klux Klan y con las organizaciones neonazis, calificando su conducta pasada de "indiscreción juvenil" y retratándose a sí mismo como un conservador genérico,, su campaña se ha centrado en temas racistas como divisoria de aguas. En su lucha, contra Roemer, un evangélico reformista de 47 años, ha acusado a los liberales, a los beneficiarlos de los programas de bienestar social y a la Asociación para el Progreso de las Pers nas de Color de los males que sufre el Estado de Luisiana.

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