En el fondo del museo

La fotógrafa norteamericana Rosamond Purcell, nacida en Boston hace 49 años, ha desempolvado durante los últimos 15 años los fondos de muchos museos en busca de formas nuevas que fotografiar. Sus imágenes abarcan desde un mono disecado del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, donde ahora expone, a un bebé del siglo XVII conservado en formol en el Museo Leiden de Holanda.

El día 26 de septiembre se inauguró en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid la exposición Naturalezas, que terminará el próximo 4 de noviembre, y que muestra más de 40 fotografías de Rosamond Purcell.La carrera de esta fotógrafa estadounidense se inició hace 20 anos. Pero hace 15 encontró su verdadera vocación: rastrear en los cajones y baúles de los museos, descubrir objetos escondidos y, por supuesto, fotografiarlos.

"Estaba harta de retratar a la gente y de decirles cómo tenían que colocarse", dice. "Un día fui a un viejo museo a fotografiar a un simio disecado que llevaba años guardado: era asqueroso y no quería ni tocarlo. Un hombre que trabajaba allí me dijo entonces que si era incapaz de tocarlo, tampoco podía retratarlo. Y así fue como comencé a retratar animales disecados", cuenta esta mujer, que se entusiasma explicando la historia que hay detrás de cada una de las fotografías que hace.

"Durante estos años he aprendido fotografía, pero también historia y antropología. Encontré cosas que creí que no existían o que jamás vería. Son objetos y seres increíbles que viven guardados, ocultos, en los museos".

Aprender a mirar horrores

Purcell levanta su suave tono de voz cuando se le dice que lo que fotografía son cosas repugnantes. "No, son hermosas", exclama. "Hay belleza en ellas, aunque estén muertas o sean experimentos horribles. Lo que ocurre es que hay que aprender a mirarlos".Rosamond Purcell es una mujer pequeña y de aspecto desaliñado, lo que tiene muy poco que ver con el perfecto orden de los objetos que retrata desde hace 15 años. Entre las fotografías que ahora se exponen en Madrid están las realizadas en los fondos del Museo Etnográfico de Leningrado y del Museo Leiden de Holanda. Entre ellas se encuentran tres que muestran bebés humanos en frascos preparados por el anatomista holandés Ruyschy y que fueron adquiridos por Pedro el Grande en 1717.

"Son terribles, lo sé", dice Purcell. "Es como si fueran seres que hubieran llegado a nosotros en una nave del tiempo.Es increíble poder ver los ojos de una persona que vivió en el siglo XVII. Para mí fue un honor tan grande poder fotografiarlos que no pude horror¡zarme

"No se sabe con certeza de dónde provienen. Se cree que los que llevan collares de cuentas proceden de la costa de África. Esos en concreto yo creo que son niños negros y que los compraron como un souvenir de la época. El color negro de su piel ha desaparecido. A lo largo del tiempo, las guerras han destruido los museos y muchas cosas que guardaban, así que poder ver esto es algo más increíble que horrible", añade esta mujer que procura utilizar siempre luz natural para su trabajo y siente una fascinación contagiosa por los misterios que esconden detrás de sus escaparates estas instituciones.

Orden interior

Además, para esta ocasión, Rosamond Purcell ha dejado su sello en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Dos vitrinas de grandes dimensiones fueron preparadas por ella y se quedarán así posteriormente. En ellas, los objetos del museo están aparentemente apelotonados, pero en realidad observan un orden muy especial. explica Purcell. Entre los valiosos objetos del museo que tran las vitrinas, la fotógrafa colocado una pera en fortunas canicas: "Me interesan formas coincidentes. Esa parece un animal conserva formol. En mi casa de Boston objetos que encuentro basura y que parecen cosas o son".