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La crisis abierta en el PSOE de Sevilla desvela la progresiva pérdida de poder de Alfonso Guerra

La crisis provocada en el PSOE de Sevilla por la dimisión de su secretario general, Alfonso Lazo, ha desvelado la batalla existente entre los distintos sectores del partido por capitalizar el poder perdido por Alfonso Guerra. Fuentes socialistas de las más diversas tendencias han coincidido en señalar a este periódico que, detrás de las graves descalificaciones cruzadas estos días entre destacados dirigentes locales, se esconde en realidad un "intento desesperado de redefinición política" de los guerristas.

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El guerrismo ya no existe. La tradicional estructura que dividía a los socialistas sevillanos entre guerristas y resto del partido se ha quebrado definitivamente. La progresiva pérdida de poder del ex vicepresidente puede constatarse una tarde de viernes cualquiera en el aeropuerto de San Pablo.Los viernes de Alfonso Guerra, peregrinación a la que acudía un nutrido grupo de sus más acérrimos seguidores para informar y recibir consejo del líder que llegaba de Madrid, han desaparecido. Juan Guerra, su hermano, asistente y confidente, tampoco está ya controlando la ciudad-referencia del socialismo actual. Guerra ha dejado de estar presente. Y su ausencia está provocando ya las primeras consecuencias.

Una de las cuestiones que han acelerado el conflicto entre Miguel Ángel Pino, presidente de la Diputación de Sevilla y acreditado colaborador de Guerra, y Alfonso Lazo, secretario general del PSOE de Sevilla y uno de los notables del guerrismo sevillano, ha sido precisamente la duda sobre cuál de los dos mantenía la confianza y el pleno apoyo del vicesecretario general del partido socialista.

Un partidario de Lazo aseguró ayer a este periódico: "Cuando yo le pregunté a Alfonso qué debía hacer cuando tuviera alguna duda, él me dijo: 'Pregúntale a Lazo". Un amigo íntimo de Miguel Ángel Pino confió a EL PAÍS: "Miguel Ángel sigue siendo el hombre de Alfonso en Sevilla; fíjate que cuando Lazo intentó quitarle la presidencia de la Diputación, Alfonso Guerra advirtió: '¡No quitarle la beca a Miguelito!".

Expulsado por Guerra

La alianza entre Miguel Ángel Pino, el más fiel de los seguidores del ex vicepresidente, y José Caballos, un ex borbollista al que el propio Guerra expulsó de la secretaría general de Sevilla en 1985, para derribar a Alfonso Lazo ha causado sorpresa y perplejídad, si no alarma, entre las agrupaciones provinciales.

El anterior presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla, asegura que la situación actual es consecuenera lógica del proceso de "centralización y jerarquización" iniciado por el PSOE en 1985, y que ahora recoge sus frutos en la pérdida de la alcaldía de Sevilla y en "distanciamiento grave" a sectores sociales tradicionalmente afines.

Rodríguez de la Borbolla, que contempla plácidamente desde su retiro de Sarilúcar de Barrameda (Cádiz) la lucha fratricida entre los guerristas en decadencia, añade: "Desde que Alfonso Guerra deja de estar en el Gobierno, la situación en el partido sufre una gran modificación: hay personas entre sus seguidores que han tendido a la apertura, a integrar a más gente; y ha habido, por el contrario, otro sector que ha optado por cerrarse, enclaustrarse, numantinizarse, exigir lealtades incondicionales".

El ex presidente andaluz considera que la situación de crisis no puede solucionarse con un candidato de consenso, sino a través de un proceso más largo y profundo: "Hay que cambiar los estatutos; hay que dejar de potenciar el seguidismo y primar la imaginación... ".

Dos posibles candidatos han aparecido ya para suceder a Alfonso Lazo, que dimitió sólo ocho meses después de acceder a la secretaría general del PSOE de Sevilla: Carmen Hermosín, consejera andaluza de Asuntos Sociales y esposa de Luis Yáñez, y Alfredo Sánchez Monteseirín, portavoz socialista en la Diputación de Sevilla y hombre de José Caballos.

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