Río sin retorno

15.25 / Tele 5Río sin retorno es una película ejemplar, y lo es por varios motivos. Señalemos dos de ellos, pues tampoco hay espacio para más. Uno es la sencillez extrema con que su director, Otto Preminger -todo un maestro del cine-, resuelve su historia, enmarcada en plena naturaleza, bellísimos paisajes cruzados por un turbulento río por el que los protagonistas deambulan en una balsa; sencillez narrativa y expositiva y cámara sutil en constante y elegante movimiento, atrapando la geografía física y humana en espléndido cinemascope y unos colores cálidos (gran trabajo en la fotografía el de Joseph La Shelle, otro maestro en su especialidad). El otro motivo se llama Marilyn, Marilyn Monroe, cuyo personaje en la película, Kay Weston, es el eje sobre el que se estructura el relato escrito por Frank Fenton; un personaje fuerte y frágil al mismo tiempo, que irá siguiendo el itinerario del río a la vez que descubrirá su propia personalidad, su destino: se hará a sí misma. Era, probablemente, el mejor papel que la actriz había interpretado hasta la fecha, destacando especialmente las canciones que desgrana con esa sensualidad tan propias de ella.