"La banca pierde dinero con el Estado"
Pregunta. De Nanterre 68 a la AEB 91 hay una trayectoria humana y profesional muy sugestiva...Respuesta. Aquella Universidad se creó para descongestionar el centro de París. Era una Universidad muy especial, rodeada de chabolas en las que vivían marginados argelinos pobres emigrados a Francia, un entorno que aislaba en cierto modo a los estudiantes, y eso hacía que todos los problemas, todos los debates, se cocieran dentro de la Universidad, lo cual, obviamente, daba una dimensión distinta a los conflictos. Pero lo más importante es que se pretendió hacer una Universidad distinta, de élite, y por una serie de casualidades y de coincidencias yo enseñé allí y tuve entre mis alumnos a todos los que fueron líderes del movimiento del Mayo del 68. Aquella experiencia me pareció muy interesante.
P. Y ahora al frente de la patronal bancaria.
R. Entre tanto han pasado muchas cosas, por ejemplo, veintitantos años.
P. En los que usted ha sido un punto de referencia para estudiar esa época en todos los sentidos: político, social, económico...
R. He tenido la suerte de vivir muy de cerca experiencias apasionantes.' La del Mayo del 68 fue tina experiencia más interesante, si se quiere, desde el punto de vista intelectual que del político, en el sentido de que supuso una ruptura que ha sido más profunda de lo que a veces se cree. Y luego tuve el privilegio de vivir la transición política española en primera fila. Los cargos que tuve...
(José Luis Leal fue nombrado en septiembre de 1977 director general de Política Económica: en febrero de 1978, secretario de Estado para la Coordinación y Programación Económica, y en abril de 1979, ministro de Economía. Luego fue asesor económico del Banco de Vizcaya y adjunto al presidente del Banco Bilbao Vizcaya. Y ahora presidente de la AEB).
P. Se tiene la idea de que a las altas cumbres financieras, salvo excepciones, sólo acceden miembros de la gran familia financiera, y usted era más bien un profesor y un político.
R. No, no. Hay muchas personas que ocupan y han ocupado cargos importantes que no procedían de las familias tradicionales, personas que han hecho su carrera en los bancos empezando muchas veces desde muy abajo y que han llegado a presidir bancos españoles. Yo no creo que sea en ese sentido excepcional mi caso.
P. Las fusiones de bancos tendrían algo de erotismo, incluso algo sacramental o, desde luego, cierto morbo.
R. No. Yo creo que tienen mucho de espectacular cuando se trata de fusiones de grandes bancos. En Estados Unidos se están produciendo ahora grandes fusiones, y posiblemente sin ningún morbo. Sucede, sin embargo, que las fusiones tienen que hacerse siempre de acuerdo con los mismos pasos, pasos que están determinados por la propia ley. Primero hay que decidir que se hace la fusión, lo que corresponde a los consejos de administración, luego hay que medir lo que valen los bancos, ya que los accionistas, naturalmente, tienen que estar seguros y satisfechos del canje de acciones. Hay que asegurarse, al hacer una empresa común, de que lo que pone cada uno es lo mismo. Luego viene el trabajo de las juntas de fusión y, muy especialmente, el encaje de las personas, que es a veces un trauma.
P. Parece un contrato de esponsales...
R. Sí, es un poco así, en el sentido de que cada uno aporta lago concreto, una dote, y esa dote hay que valorarla muy exactamente.
P. Desde el Ministerio de Hacienda, en la acera de los parces de la madrileña calle de Alcalá, se ha llamado a los bancos "la acera de enfrente", ya que el caserón de Banesto, por ejemplo, se alza en los impares. Durante mucho tiempo, tal vez hasta el primer Gobierno de UCD, cuando al ministro de Hacienda le llamaban de la acera de enfrente, se ponía de pie y como a la orden. ¿Cómo son ahora las relaciones entre las dos aceras?
R. Yo nunca me ponía de pie cuando sonaba el teléfono, fuera quien fuera el que llamaba. Pero sí creo que en las relaciones entre los bancos y el poder político hay siempre un elemento, en cualquier país, que puede inducir a ambigüedad. Y es que los bancos, además de ser empresas como cualquier otra, forman parte del sistema de pagos del país, y tienen Iaa posibilidad de emitir dinero, moneda. Entonces, claro, las relaciones entre bancos y poder político son especiales, forman parte del núcleo central del sistema de pagos. Y a veces se ve a los bancos más como colaboradores del sisterna de pagos que como empresas de servicios, que es lo que son.
P. ¿Es buen o mal cliente el Estado para los bancos?
(José Luis Leal se ríe. La pregunta ha despertado su memoria académica, sus conocimientos lijistóricos, tal vez solapados bajo las tareas apremiantes del gestor de la giran patronal financiera).
R. Es un asunto interesante, y depende, en cierto modo, de según se mire. Por ejemplo, ahora mismo el Estado es un cliente que nos ha colocado sus obligaciones y sus títulos a un tipo de interés por debajo del tipo del mercado. Están los célebres coeficientes, de los que nosotros protestamos porque, entre otras razones, en Europa ya no se lleva esa costumbre, y, por coinsiguiente, esto nos frena nuestra capacidad de expiansión.
Un silencio. José Luis Leal se aleja camino de la historia, sonríe, regresa y añade: "Históricamente es distinto. Las relaciones entre bancos y Estado ha pasado por altos y bajos. Depende. La verdad es que no, históricaniente se puede decir que esas relaciones, en la medida en que han durado, no han sido buenas para los bancos. Si recordamos a nuestros reyes y sus necesidades para, la financiación de sus guerras, y para la financiación incluso de sus haciendas, vemos que planteaban unas relaciones muy completas que siempre han sido un problema interesante para los historiadores. En general, las relaciones no han termiinado bien. (Risas). Ahora, sin embargo, es distinto. Ahora las relaciones son mucho más estables, aunque también es cierto) que nosotros, globalmente, en nuestrás relaciones con el Estado, más bien perdemos dinero".
P. ¿Se preocupan ustedes suficientemente del dinero negro del narcotráfico para irripedir su blanqueo?
R. Nos preocupa mucho ese problema, a todoel conjuntei de los bancos. Por eso hemos tomado uina serie de disposiciones que van desde la aplicación detallada del convenio de Basillea a otras de simple y constante vigilancia de algunos depósitos, y hasta del rechazo de algunos clientes. Los bancos de los países más industriafizados adoptaron, en una convención en Basilea, una serie de principios, desde el rechazc, de operaciones dudosas a la ¡dentificación del cliente, y desde luego una colaboración real con las autoridades. Los bancos firmamos esa convención y luego la hemos desarrollado en términos muy prácticos. A esto le hemos dedicado mucho tiempo. Funciona un grupo de trabajo, en el que están el Banco de España, las cajas..., con reuniones periódicas para aumentar la eficacia.
P. Como obserVador privilegiado de la transición y de los primeros años de democracia, ¿no descubre usted ahora en el país alguna situación social, ambiental, parecida a alguna ¡que se dio durante el declive del suarismo?
R. No lo sé. PZuestro país es un poco ciclotírnico. Tenenios a veces grandes entusiasmos y a veces caemos en exageradas depresiones. Cuando se examinan las causas concretas se suele descubrir que tal vez no haya razones para tanto entusiasmo y tanto decaimiento. Pero eso tampoco es privativo nuestro. En Europa ocurre algo parecido, aunque en, nosotros está todo más acentuado.
P. ¿Cómo redactaría usted en cuatro líneas su biografía o su perfil biográfico?
R. Yo nunca he reflexionado sobre eso. Me es muy dificil verme ajeno. Cuando se tiene una vida pública, con periodos privados y, públicos, eso deben decirlo los otros. Es fácil decir lo que se ha intentado ser, pero lo importante es lo que se es realmente, y eso corresponde a los otros.
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