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Philippe Baldini

Pionero de la pasión francesa por los 'pin's'

JAVIER VALENZUELA, Una inexplicable locura se ha adueñado de los franceses este verano: la de ponerse en las solapas de las chaquetas, en las camisetas, en los bolsos, en los bañadores, en cualquier prenda u objeto que uno lleve, todos los pin's o chapitas posibles. El fotógrafo Philippe Baldíni va a trabajar todos los días con 450 de esas chapitas encima. Eso representa, dice, tres kilos y medio adicionales de peso.

Los pin's que exhibe el fotógrafo en las veladas de la discoteca parisiense Les Bains Douche representan menos de una cuarta parte de su colección. Philippe Baldini, de 36 años, empezó a reunir las diminutas insignias metálicas hace tres años, y cuenta en la actualidad con más de 2.000. Él se considera el "introductor" en París de esta moda. Es, en todo caso, uno de sus pioneros.

En Francia no hay empresa, asociación o entidad pública o privada que no haya sacado a la calle su propio botoncito metálico multicolor. Desde el diario Le Monde a la compañía Aerospatiale, pasando por las camisas Lacoste, los almacenes Tati, los quesitos La Vache qui Rit, la gendarmería, la Asamblea Nacional y la compañía de ferrocarriles festejando la plusmarca mundial de velocidad de su TGV. Se calcula que en todo el país circulan unos 200 millones de ejemplares.

Esta pasión es muy democrática. La comparte la dama de alta sociedad que lleva en su traje de noche de Dior una chapita difícilisima de encontrar y el joven senegalés de los suburbios que se engancha en su cazadora un centenar.

La moda pin's tiene sus periódicos, su servicio de información en el minitel, sus asociaciones, sus bolsas de valores, sus templos... La gente compra, intercambia, regala. Los precios de los ejemplares raros se disparan. Baldini dice tener algunos que cuestan en el mercado de los coleccionistas hasta 5.000 francos (unas 90.000 pesetas). Por ejemplo, el de la última edición del torneo de tenis de Roland Garros.

En las estaciones del metro de París, los vendedores ambulantes han abandonado la mayoría de los otros productos para concentrarse en el negocio de las insignias metálicas. Los pasajeros se amontonan ante los puestecillos. Los estancos, bares, quioscos y tiendas de cualquier tipo incorporan el producto a sus mercancías habituales.

Nicolas Arthus Bertrand, fabricante por concesión del Estado de la Gran Cruz de la Legión de Honor, realiza algunos pin's hermosos como pequeñas joyas. Al orfebre no se le caen los anillos por estar ganando mucho dinero con un producto inventado hace unos ocho años por los norteamericanos. El famoso modista Pierre Cardin también diseña los suyos, pero los subasta a beneficio de los niños de Chernóbil (URSS).

El periodista Bernard Pivot ha consagrado al fenómeno toda una sesión de su nuevo programa cultural en Antenne 2. En el paisaje gris de la vida en las grandes ciudades francesas, los p¡n's, dice Pivot, se han convertido en "un modo de distinguirse, de informar a los otros sobre tus valores, tus gustos, tus centros de interés". Él también los lleva.

"Gracias a los pin's volvemos a hablarnos", afirma Baldini. El fotógrafo añade con malicia: "Y podemos mirar de muy cerca el pecho de las mujeres. Ya sabe: Este no lo conocía. Qué bonito. ¿Dónde lo has conseguido?".

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