Suárez, figura estelar en la audiencia a la nobleza
La duquesa de Alba fue la gran ausente de la recepción real a los grandes de España
Los Reyes recibieron ayer a los grandes de España en el Palacio Real de Madrid, en lo que fue la primera audiencia formal de don Juan Carlos y doña Sofía a la crema de la nobleza española. Acudieron más de 500 personas -258 portadores de títulos más sus esposas o hijos- pero faltó la más grande de todas las grandes: María del Rosario Cayetana Fitz James Stuart y Silva, duquesa de Alba, 17 veces grande de España.
Esta ausencia, interpretada por algunos grandes como un desprecio hacia la clase -"ella no quiere mezclarse con nosotros, se considera superior" -fue explicada por su secretaria como "lógica, pues los duques están desde hace dos meses en Sevilla. Ya lo habían advertido. El señor duque, en su condición de comisario de la ciudad de Sevilla para el 92, está muy ocupado".
Los Reyes accedieron a recibir a los nobles tras varios años de silencio, en consonancia con el deseo de don Juan Carlos y doña Sofía de no mantener corte. Ayer, finalmente, en un acto que la propia Zarzuela calificaba como "una audiencia más entre las muchas que conceden los Reyes", la mayoría de los grandes de España acudió al Palacio Real a manifestar a los soberanos "adhesión y lealtad", como le dijo al Rey el decano de la Diputación de la Grandeza, el duque del Infantado, que fue quien inició la ronda de saludos.
Suárez, centro de atención
Ante los Reyes desfilaron la duquesa de Osuna con cuatro de sus hijas -las duquesas de Plasencia, Arcos, Uceda y Medina de Rioseco- la de Medinaceli; el duque de Carrero Blanco; los marqueses de Villaverde -la marquesa, Carmen Franco Polo, hecha una adolescente tras sus recientes operaciones estéticas en Estados Unidos-, su hijo, Francis Franco, bronceado y enguapecido gracias a un implante capilar; Juan de la Sierra (marqués de Urquijo); José Luis Vilallonga y su mujer, Syliarte; el duque de Fernández Miranda; el de Feria -sin Nati Abascal-; el marqués de Griñón -con su madre, la duquesa de Montellano-, y los duques de Suárez, Adolfo Suárez y Amparo Illana, estrellas de la fiesta.El hasta hace poco presidente del CDS fue abordado por algunos de sus colegas de título para decirle lo mucho que le admiraban. Así lo hizo la marquesa de la Rambla, quien le comentó que aunque alguien criticara su nombramiento como duque y grande de España, ella pensaba que era quien más méritos tenía. "Usted se lo ha ganado a pulso, los demás sólo lo hemos heredado". El duque estaba sonriente y feliz.
Después del saludo, los grandes se repartieron en tres salones, a la espera de que don Juan Carlos y doña Sofía se acercaran a charlar con ellos. Dos horas después abandonaron el Palacio Real: salieron contentos, -"qué simpáticos son los Reyes"- Algunos, presumiendo de lo poco que hacía que les habían visto, otros, recordando que conocían a don Juan Carlos desde que era pequeño; todos, quejándose del calor y deseando que recepciones como esa se institucionalizaran, al menos, una vez al año.
Al final, cada cual volvió a su Rolls y a su Mercedes, menos el duque de Palata que se desplaza en vespa.
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