El Aytuntamiento favorece la práctica del boxeo entre jóvenes y adolescentes
Jóvenes de 12 a 18 años aprenden a boxear gracias a un acuerdo entre el Ayuntamiento de Madrid y la Federación Española de Boxeo. No hay carteles en el Polideportivo Municipal de Palomeras que indiquen el gimnasio de boxeo, un sótano situado debajo de la piscina municipal. Vecinos de la zona protestaron en su día contra la apertura de la escuela pugilística. El concejal de Deportes del Ayuntamiento defiende esta práctica como una alternativa a la droga.
Aprendices de púgiles se ejercitan en los sótanos del polideportivo de Palomeras bajo la atenta mirada de ex profesionales. Es una escuela creada a expensas de un convenio entre la Federación Española de Boxeo y el Ayuntamiento de Madrid, que facilita el local y su mantenimiento. Ningún cartel indica donde se encuentra el el submundo pugilístico dentro del recinto deportivo. La sala escondida de los pegadores está bajo la piscina. Lo que no serviría para otros deportes, por la escasa altura del techo, vale para el boxeo.Desde primeros de año, el director de la escuela ha sido Miguel Velázquez, ex campeón europeo y mundial en los años setenta, hasta que hace un mes la Federación de Boxeo nombró responsable de la misma al ex púgil Óscar Guzmán.
Un colectivo de Vallecas, formado por asociaciones de vecinos, parroquias y agrupaciones deportivas, se opuso a la creación de la escuela, considerando que el boxeo no es un deporte que pueda servir de ejemplo a los chavales. Para el concejal de Deportes del Ayuntamiento, Manuel Martínez Parrondo, "el boxeo es un deporte olímpico, como otros muchos". Mientras que la escuela sigue en pie, afirma que el local se ha desmantelado al irse Miguel Velázquez.
Sólo autorización paterna
Un pequeño cuarto ha sido habilitado como despacho y custodia de guantes, combas y otros aperos de entrenamiento. "No es necesario convertirse en un profesional para aprender a pelear", explica Óscar Guzmán, preseleccionado como boxeador para los Juegos de Barcelona y ahora entrenador a causa de una lesión en su mano derecha.Los cursos, que son gratuitos, van dirigidos a muchachos de edades entre 12 y 18 años, y sólo se les exige una autorización paterna para poder realizarlos (la federación les hace un reconocimiento médico). La preparación consiste en ejercicios físicos, técnica y táctica. Una vez superada esta fase, los alumnos pueden llegar a competir. Son pocos los chicos apuntados en la escuela. La sala se completa con púgiles aficionados -más de uno, hijo de boxeador- de clubes privados, que entrenan allí por no tener otro sitio donde hacerlo. El cuadrilátero es el epicentro del gimnasio, donde combaten dos jóvenes fornidos. El sudor de los fajadores salpica a los mirones.
Kid Galahad, El ídolo de barro, Más dura será la caída y Toro salvaje son películas que han contribuido a propagar la leyenda negra del boxeo. Muchachos sacados de la nada, apuestas fraudulentas, combates amañados, gansterismo, se asocian a las miserias del profesionalismo.
En la escuela de boxeo recomiendan su práctica porque "proporciona beneficios físicos y morales" y además "moldea la figura, desarrolla la musculatura y elimina la grasa superflua".
Hay una pared con carteles de veladas de otros tiempos. Una dice así: "Royal Albert Hall, martes 5 de diciembre de 1978, 10 asaltos de tres minutos. Charlie Magri, campeón del peso mosca de Gran Bretaña, contra Mariano García, campeón del peso mosca de España". Hoy, Mariano entrena a varios chicos. Alrededor del cuadrilátero, los chavales pegan sin parar el saco grande de arena y el balón en forma de pera (punch ball).
Cerca de las espalderas, otro muchacho, con sus pies ballones, se enfrenta consigo mismo, acometiendo con sus puños desnudos de izquierda y de derecha frente a un espejo. Todos los aprendices quieren llegar a ser campeones y a ganar mucho dinero.
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