Desmantelados dos casinos clandestinos en chalés de lujo de El Viso y Chamartín
La policía desmanteló ayer dos casinos clandestinos, situados en sendos chalés de lujo, cuyos propietarios movían cientos de millones de pesetas en partidas de póquer, black-jack y bacarrá. El chalé donde más dinero se manejaba, situado en la calle de Pío XII, linda con los del periodista José María Íñigo y el escritor Antonio Gala En el otro, situado en la colonia de El Viso, se encontraba ayer Alfonso, un amigo del arrendatario que, tras mostrar las mesas de juego, dijo que sólo se utilizaron en "partidas amistosas".
"Esto no es un casino", relataba Alfonso, "sino el picadero de mi amigo, que es un putero de mucho ciudado; él invita aquí a sus amigos que vienen a hacer negocios y de vez en cuando juegan, pero en esta casa no hay ninguna empresa; todo esto ocurre porque la ley española no perinite los clubes al estilo inglés".Los beneficios de la sociedad ilegal del chalé de la calle del Darro, en El Viso, según reflejaban sus libros de contabilidad, ascendían a 109 millones de pesetas. En el edificio había 755.000 pesetas en talones, 166.000 en efectivo, 2 mesas grandes -de 12 jugadores- y tres pequeñas.
El vecino del chalé, un croata de unos 60 años, aseguró que nunca escuchó una voz más alta que otra en la casa de al lado, pero que vio desde hace un año muchísimos coches de lujo aparcar en la puerta.
Alfonso, de unos 50 años, que vestía una camisa vaquera de marca Burberrys y unas zapatillas deportivas, dijo que él se hallaba allí la noche que entró la policía [la madrugada del sábado] y que todo se había exagerado mucho desde ese momento. "Cada uno puede hacer en su casa lo que quiera", indicó. "En estas mesas", dijo mientras señalaba dos mesas redondas, "se come, y si se tercia, se echa una partida".
La documentación hallada en el chalé del número 11 de la calle de Pío XII, colindante con el de José María Iñigo y el de Antonio Gala, revelaba que el edificio era la sede de una sociedad encubierta que obtuvo unos beneficios libres de impuestos de más de 200 millones.
Varios vecinos indicaron ayer que la práctica del juego era tan "descarada" que no se explicaban por qué no lo había desmantelado antes la policía.
"Todas las tardes, Manolo, un aparcacoches de unos 35 años, se dedicaba a colocar unos cochazos imponentes en la acera", señaló la propietaria de un comercio- cercano.
Restaurante y televisión
El chalé de la calle de Pío XII tenía un restaurante y contaba además con dos cocineras y una mujer dedicada exclusivamente a vender tabaco. El local dispone de antena parabólica y de un sistema de seguridad con un circuito interno de cámaras de televisión.
José María Migo indicó que nunca notó nada "raro" en la casa de sus vecinos, salvo la "cantidad tan enorme de basura" que depositaban todas las noches. "Se preocupaban de no molestar nunca a nadie, y había veces en que se juntaban 12 coches y todos estaban perfectamente aparcados. Sin embargo", agregó, "me he percatado de que han mantenido en la puerta la chapa de la empresa que regentaba antes el edificio".
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