Ante el reto de Europa
Joaquín Leguina, presidente en funciones de la Comunidad de Madrid y aspirante a revalidar el cargo, controla una leve iracundia cuando se le pregunta si es o no inalienable el derecho de todo español a escribir una mala novela. "Sí, puede ser inalienable, pero mi novela no se ha considerado mala", responde con un hilo de voz. Ha adquirido este economista de alto rango un control de sí mismo envidiable tras un año decididamente amargo, con luchas intestinas en el PSOE madrileño, donde se le amenazaba con la jubilación.Pregunta. ¿Deben tener el mismo techo competencial todas las autonomías?
Respuesta. Deben tener un techo homogéneo, pero tener el mismo sería tal vez demasiada uniformidad.
P. ¿Qué predica sobre la Comunidad de Madrid?
R. Yo no predico, ni estoy programado, como algún candidato de otro partido, que actúa como un robot. Yo creo que Madrid se enfrenta a un reto, el reto de Europa, que es también una gran esperanza. En Madrid se está en buenas condiciones para afrontar esa situación, pero siempre que se hagan las políticas correctas.
P. ¿Cuáles?
R. Van a tener que cambiar muchas cosas. Hay que hacer una descentralización, tanto dentro de la ciudad de Madrid como en Madrid región, creando nuevos centros de atracción económica, social y cultural para que no todo tenga que girar en torno a la almendrita de Madrid. Un nuevo centro de atracción va a ser el nuevo ensanche de Madrid, y nosotros hemos propuesto que sea en la zona de Campamento. Y nuevas zonas de reindustrialización dentro de la capital.
P. ¿Prisioneros en Madrid?
R. En absoluto. El ejemplo de Tres Cantos es paradigmático de lo que se debe hacer en cuanto a construcción de una ciudad autosostenida. Ha sido un éxito. Pero ese éxito debe proyectarse en niveles todavía más grandes, como Alcalá de Henares. Y lo mismo en el sur, donde hemos traído una universidad, la Carlos III.
Quiere Leguina unos transportes públicos en cuyo sistema de financiación colaboren las tres administraciones. Según Leguina, el Gobierno de la Nación debe subvencionar a cada viajero transportado con 20 pesetas, lo que no es suficiente, claro está; pero lo que falte, descontando siempre las 42 pesetas que paga el viajero medio por cada desplazamiento, lo pondría el Consorcio de Transportes.
La novela de Joaquín Leguiría es fruto de un esfuerzo personal perfectamente controlable, mientras Madrid es una aleación azarosa de circunstancias
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