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La hora de Markovic

El primer ministro yugoslavo, Ante Markovic, -al que hace tan sólo un mes se concedían pocas semanas al frente del Gobierno federal-, intenta salvar la última institución yugoslava civil con cierta, aunque mínima capacidad operativa.Ya hay quién califica su nueva iniciativa de golpe blando al apuntar que constituye la única alternativa al duro que podría producirse de quedar las fuerzas armadas bajo el único mando de los viejos generales y oficiales medios, en su inmensa mayoria serbios.

La disolución de los órganos federales yugoslavos parece irrefrenable, con la presidencia colectiva rota desde el jueves pasado y un Parlamento federal cuyas resoluciones, cuando se dan, todos ignoran por igual. El ejército amenaza con convertirse en único Poder panyugoslavo y, como tal, autónomo en sus decisiones.

Markovic quiere aprovechar que aán cuenta con el apoyo del sector federalista de] ejército para dotar a su Gobierno de un poder que le permita imponer nuevas reglas de juego a las repúblicas y mantenerse como interlocutor de occidente de donde tiene que llegar la ayuda para evitar una catástrofe económica ya anunciada.

Según el semanario croata Globus, una opción seriamente debatida entre Tudjman y Milosevic en una reunión secreta manten da hace semanas es la de un movimiento masivo y forzoso de población con expulsión de etnias minoritarias en Yugoslavia e intercambio de centenares de miles de serbios y croatas.

Con objeto de respetarse mutuamente el territorio, Tudjman y Milosevic estudiaron supuestamente enviar a Croacia a todos los croatas de Montenegro, Vojvodina y Serbia.

Los serbios de las regiones croatas de Krajina y Eslavonia emigrarían a Serbia, a Vojvodina y a Kosovo. Para hacerles sitio, serían expulsados hacia Hungría los húngaros de Vojvodina, los búlgaros de Serbia hacia Bulgarla y los albaneses de Kosovo hacia Albania

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