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BALONCESTO

El final apropiado

Luis Gómez

El Real Madrid termina la temporada con un sonoro batacazo No es ¡lógico que su historia reciente ofrezca. resultado tan negativo, consesuencia de la conjunción entre decisiones erróneas, algunas coyunturas desafortunadas y, los vicios de conducta de algunos jugadores. De haberse producido algún éxito podría hablarse de auténtico atentado a la razón. El Madrid y sus jugadores han tenido el final que se merecían.Mal acaba lo que mal empieza. Y así tenía, que ser. Quienes dirigían el club (con el asesoramiento de Pedro Ferrándiz) cuando se adoptaron las decisiones estratégicas para esta temporada sentenciaron su futuro inmediato. El Madrid despidió a un buen entrenador (George Karl) para darle la oportunidad a un novato (Brabender), quien decidió iniciar la campaña haciendo méritos para vivir una pesadilla: se hipotecó a un solo base (Llorente) y reforzó las posiciones de extranjeros con dos jugadores sin. experiencia (Roberts y Herrera). Los males del Madrid, ya evidentes hace un año, se agrava,ron: no había dirección táctica, ni esquemas de estilo definido; faltaba juego ni estilo mi cambio de ritmo debido a las características del base, el tiro exterior era un verdadero problema y se desaprovechaba el poderío físico de un pivot como Roberts.

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Las estadísticas del Madrid se habían convertido en una señal de alarma permanente: un juego obtuso (desde fuera y desde dentro) tenían su colación en la evidencia de que el Madrid no dominaba el rebote a pesar de tener tres jugadores que superaban los 2, 10 metros de estatura y contaba con la pareja de extranjeros más cara pero menos rentable en sus números. A pesar de no haber tenido lesionados de importancia, la mala forma de Biriukov ha terminado por enviar al equipo al foso. Para colmo, el ambiente interno ha sido un desastre como consecuencia de una estructura constantemente en entredicho (empezó mandando Ferrándiz desde la sombra para dar el testigo a una mini-junta). Y el colmo del colmo han sido los jugadores, que han perdido todo vestigio de lo que fue el carácter ganador de equipo.

La temporada puso al Madrid en una línea de irregularidad elevada a grados inimaginables: con Brabender ganaban en casa y perdían fuera; con Pmedo y Jareño, perdían en casa y ganaban fuera. Al final, la irregularidad condujo a la regularidad: perdieron en casa y fuera. El Madrid ha tenido el final apropiado. Sin embargo, de los restos del naufragio afloran muchos jugadores con elevados salarlos pero ningún líder capaz de cohesionar voluntades. El Madrid no empieza de cero; las hipotecas amenazan con llevarle a la ruina.

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