El detenido por el 'crimen del armario' dice que cogió a su mujer del cuello sin intención de matarla
Frutos Bernardos Arévalo, de 26 años, pasó ayer a disposición judicial en Valladolid como presunto autor de la muerte de su esposa, Elisa Cordoncillo Navarro, de 29 años, a la que el viernes, tras estrangularla, introdujo en un armario escobero y la trasladó en la baca de un taxi hasta la casa de sus padres en Nava de la Asunción (Segovia). Fuentes policiales han señalado que Bernardos Arévalo reconoció ser el autor de la muerte de su mujer. Según la policía, la agarró del cuello sin intención de asfixiarla.
Ayer por la mañana, el taxista que trasladó a Bernardos Arévalo hasta Segovia se presentó en la comisaría madrileña de Leganés, después de haber conocido la noticia del suceso a través de los medios de comunicación. Aseguró haber realizado el viaje de Madrid a Nava llevando a un hombre y a una niña y el armario en la baca. El taxista dijo haber ayudado al presunto parricida a cargar y descargar el armario sin saber qué contenía.El suegro de la víctima encontró el armario con el cadáver el domingo por la mañana en el pajar de la casa de Nava, donde la familia suele pasar periodos vacacionales. Mientras, Frutos, a quien acompañaba lahija del matrimonio, Iciar, de dos años, se marchó del pueblo en autoestop y pasó dos noches en una pensión de Valladolid, ciudad donde fue detenido por la policía el miércoles al mediodía.
Fuentes policiales han señalado que, en los interrogatorios, Frutos Bernardos dijo que mantenía desavenencias con su esposa, y que ella le había anunciado su intención de separarse. En la noche del jueves, el presunto parricida, que, según los padres de Elisa, era aficionado al juego, mantuvo una fuerte discusión con su esposa, y en un momento de acaloramiento la agarró del cuello, aunque sin intención de asfixiarla, pero la mujer cayó desvanecida en el suelo, de acuerdo con las mismas fuentes policiales.
En la declaración, según la policía, consta que Frutos,asustado, trasladó a su hija a casa de sus padres. Después, el presunto parricida volvió con esperanzas de encontrar con vida a Elisa, de acuerdo con la declaración realizada a la policía, y al percatarse de que estaba muerta salió a deambular por las calles próximas a su domicilio, ubicado en la calle de Tablada de Madrid.
Con una almohada
De nuevo en la casa, el detenido metió el cadáver de su esposa en el mueble y lo precintó con cinta adhesiva. El viernes por la mañana vendió en una chatarrería la lavadora, el frigorífico y un televisor, por lo que le pagaron 25.000 pesetas, y avisó al taxi en el que se dirigió a Nava de la Asunción.El hecho de que el cadáver no presentara señales en el cuello hace pensar a los investigadores que el marido pudo asfixiarla utilizando algo blando, como una almohada o una toalla, aunque él confesó que sujetó su cuello con las manos.
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