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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Mentalizándose para morir

Cuanto más tiempo paso en prisión, mejor comprendo al grupo de enfermos terminales que, impotentes ante su enfermedad, solicitan la eutanasia.Hace algún tiempo, en una de aquellas prisiones reconocidamente fascistas, cayó en mis manos un libro: La canción del verdugo, y me asombró la crudeza (por llamarlo así) con la que su autor, Jim More, condenado a la pena capital en Estados Unidos, apelaba a la justicia norteamericana para que le condujera sin más demora a la silla eléctrica. Nadie es Dios, y nadie jamás podrá saber qué es lo que realmente corría por la mente de ese hombre que finalmente fue ejecutado. ¿Cómo un hombre puede suplicar su propia muerte teniendo aún vida? Parece una auténtica locura.

El amor a la vida podemos considerarlo como lo más grande, es por lo que hasta el más honrado puede llegar a matar en defensa de tal valor y quedar impune si se le juzga en un juicio justo.

Pero, a pesar de ello, y lamentablemente, hay situaciones en las que los hombres (que son tan amantes de la vida) se ven abocados, obligados y sin otro remedio, que consideran inevitable mentalizarse para morir, para decirle adiós al mundo, para afrontar con toda su crudeza el desenlace de la muerte.

Llevo 10 años en prisión, y tras haberlo intentado todo (la sociedad lo sabe), creo que ha llegado el momento de afrontar mi propia muerte, ¿Quién es el culpable/es? No lo sé. Tampoco quiero culpar a nadie porque, sencillamente, ya no sirve de nada.

Sólo quiero decir que la reinserción social de los presos es una mentira, una falacia con demasiados intereses políticos. La rehabilitación existe a modo individual, pero las instituciones todavía no ofrecen la flexibilidad suficiente para potenciar lo que todavía es un simple esfuerzo individual por parte de aquellos internos que lo intentan.

La justicia de los derechos sigue siendo el privilegio de unos pocos afortunados.

Yo lo he intentado, la opinión pública lo sabe, y como ser humano he llegado al límite de mi capacidad de soportar más discriminación y sufrimiento.- Centro Penitenciario de Teruel.

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