El juego de las alianzas
La guerra trastoca la identificación amigo / enemigo entre los países de Oriente Próximo
El restablecimiento de relaciones diplomáticas entre. El Cairo y Teherán queda aún lejos, pero por primera vez desde la revolución islámica en 1979 las autoridades de ambos países han reconocido el acercamiento. Ver a Siria alineada con Estados Unidos, en lo que Occidente llama actitud moderada, no ha sido, pues, la única sorpresa que ha deparado el conflicto desatado por la invasión iraquí de Kuwait."Ha sido como coger las fichas del parchís, mezclarlas y agruparlas de nuevo, sin tener en cuenta su color, con otros conceptos", según una gráfica descripción de un analista.
La Revolución Islámica que estalló en Irán en 1979 nunca se ha visto con simpatía en el país de los faraones, donde la mayoría musulmana pertenece a la rama suni, y no comparte la visión rigorista del islam que pregona el régimen de los ayatolás.
La política equilibrada del presidente iraní, Alí Akbar Hachemí Rafsanyani, está agradando a Egipto, e incluso a Arabia Saudí, su otro enemigo político. Tanto desde El Cairo como desde Riad se han hecho gestos de aprobación a su neutralidad en la guerra del Golfo.
"Estamos asistiendo a la formación de un doble eje articulado en Siria", asegura un joven diplomático europeo destinado en Ammán. Este observador se refiere a la coordinación de políticas establecida por Egipto, Siria y Arabia Saudí por un lado, e Irán, Jordania y Omán por otro. En el primer caso, el frente común es evidente. Los ministros de Asuntos Exteriores de los tres países se vienen reuniendo con continuidad desde el estallido de la crisis, y tanto Egipto como Siria han enviado tropas para defender el reino saudí ante una eventual amenaza.
El segundo eje presenta menor coherencia aparente. En principio, los tres países citados están unidos por lo que puede calificarse como neutralidad activa por la paz. Tanto Jordania como Irán, y de una forma menos evidente Omán, han ofrecido en diferentes momentos sus buenos oficios para mediar con Bagdad. A la vez, sus gestos han despertado algún recelo de veleidad proiraquí.
El papel de bisagra que se anuncia para Damasco tiene su principal fundamento en sus tradicionales buenas relaciones con Irán. Fue el único país árabe que apoyó a Teherán en su guerra frente a Irak.
Todo este entramado de relaciones permitiría, en opinión de los estrategas, establecer "un sistema de contención" frente a Irak en la posguerra.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.