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El Barcelona resolvió el partido en 10 minutos

Luis Gómez

El Barcelona limita mucho sus actuaciones, pero no lo hace como las vedettes en horas bajas, que necesitan kilos de maquillaje, focos de alto voltaje y un acompañamiento que haga mucho ruido. Digamos que su problema es otro. El Barcelona está entre la minimización del esfuerzo o la optimización de unos recursos escasos , que lo mismo da. No tiene más remedio que ir ahorrando en cada competición. Y ayer le bastaron tres veteranos y 10 minutos para liquidar el compromiso. Ni qué decir tiene que el Taugrés no le planteó ningún problema.Resolver un partido en 10 minutos frente a un rival presuntamente cualificado, como parecía el Taugrés, no es tarea fácil. Requiere del oficio necesario, de una adecuada capacidad para concentrarse y de un sistema de juego eficaz. Y el Barcelona dispone de todo ello. Un buen sistema de juego hace buenos a todos los jugadores , hace un equipo; el oficio sirve para compensar no las deficiencias, sino cualquier contingencia imprevista. Claro está que el oficio, en el caso del Barcelona, desempeña otra función, como es la de equilibrar cada quinteto porque el equipo azulgrana se ve obligado por las circunstancias a jugar con tres veteranos y dos jóvenes en cada momento. Sólo por emplear a los cinco titulares sanos que le quedan cuando las circunstancias requieren el uso de toda la fuerza disponible. No fue ése el caso de ayer, sino todo lo contrario, dado que el Barcelona terminó el partido con cuatro jóvenes en la cancha acompañando a un veterano.

Ha quedado dicho que el partido duró 10 minutos, tiempo que el equipo catalán necesitó para alcanzar los 20 tantos de diferencia (34-14). En ese largo intervalo hizo las cosas suficientes para provocar el hundimiento de un rival de moral endeble. Esas cosas eran anotar las seis primeras posesiones, apretar la defensa sobre dos de los hombres claves del contrario y contar con alguna actuación decisiva. Las seis primeras posesiones le permitieron colocar 14-3 en el marcador; la defensa sobre Roth y Sibilio bastó para neutralizar toda la ofensiva del Taugrés; finalmente, cuatro triples casi consecutivos del joven Lisard González terminaron por llevar al Taugrés al pozo.

Lo que sucediera desde el minuto 10 hasta el 40 no vale ni a modo de inventario. El Taugrés había tirado la toalla y aceptaba jugar a ritmo de trámite, mientras el técnico Marco Malkovitz aprovechaba la ocasión para ir dosificando el esfuerzo de jóvenes y veteranos siempre bajo la misma fórmula, tres y dos. A este respecto es necesario señalar que la utilización de los jóvenes no es cuestión anecdótica en el Barcelona. Ayer, la suma de los tantos anotados por los cuatro jóvenes fue de 22, más que el mejor anotador del equipo contrario.

En ese largo trámite en el que se convirtió la mayor parte de la eliminatoria se pudieron observar algunos detalles de autoridad por parte de Norris, varias de cuyas bofetadas sirvieron para que al Taugrés se le fuera de la cabeza la sola idea de intentar reconducir los hechos utilizando toda la artillería pesada de que dispone en la zona. Tras los destellos de Norris se sucedieron varios ensayos a larga distancia de Epi, quien, sano o maltrecho, sólo necesita que le den un metro de distancia para colocar el balón en el aro. El resto, desde Piculín Ortiz a Solozábal, pasando por Trumbo (verdaderamente no hay más, suman cinco se mire por donde se mire), cumplió.

Ahora el Barcelona, limitado a resolver sobre la marcha y según convenga (hoy me tengo que reservar aquí, mañana me tengo que esforzar allí), espera conocer el nombre de su rival. Pero no podrá variar demasiado su esquema. Es el suyo un insólito ejemplo de economía de medios. Es el que menos cartas tiene esta Copa del Rey, pero es el que mejor las usa.

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