El manifiesto de los 100 justos
Un manifiesto recorre nuestras aulas. Cien arcángeles con sus espadas inflamadas de logos y justicia nos esperan a la entrada de la Universidad española. Todo parece presagiar la inminencia del Juicio final. Decanatos y rectorados viles serán, al igual que los malos profesores, exterminados por el bien. Y es que todo está absolutamente mal; la Universidad es un asquito y no hay quien pare en ella; es natural entonces que las sublimes clases y la investigación voraz la hagan muchos de esos 100 magníficos en otros lugares. Nada les funciona. Pero hete aquí, por fin, que los pobres de espíritu universitario vamos. a ser salvados por la omnisciencia de esos 100 maestros que desinteresadamente, y como siempre, enseñarán peripatéticamente saber y metodología investigadora como Dios manda.¡Ah, qué peso se nos va a quitar de encima! Menos mal que tenemos a la vista el definitivo manual donde podrán resolverse todas nuestras cuitas intelectuales universitarias. A partir de ahí, la nefasta Universidad podrá contar con 100 faros que despejarán las tinieblas de nuestras mentes. Bendito seas, ¡oh manifiesto!, por llevar a cabo la anhelada crítica de la razón pura universitaria.Con dulzuras locas y amor por la sabiduría voy a ponerme cuanto antes a estudiar una a una sus obras, libro a libro, ladrillo a ladrillo, porque supongo que la ciencia infusa vendrá de lo que escriben, que supongo ha de parecerse a lo que piensan. O iré detrás de su filosofía, humilde peregrino, conferencia tras conferencia, parida televisiva tras parida radiofónica, opinión tras opinión, para entender las raíces del problema de este mal que nos agobia.
Y ya no duermo. Insomne ando por mi biblioteca en la búsqueda del tiempo perdido con otros autores, tratando de recuperar por el bien de la humanidad universitaria sus inefables discursos; compungido estoy por no haberlos leído a tiempo, pensando si tendré que buscar otro trabajo, qué será de mis chiquillos; perdonadme y perdonad nuestra ineficacia intelectual, que bien pronto se subsanará gracias a vuestra gran capacidad.
Mucha cara dura. Además de la parte de razón que tienen, también tienen muchos de los colegas firmantes del manifiesto una impresionante cara dura. ¿Cómo pueden presentarse ante la opinión pública como víctimas del sistema de contratación del profesorado si muchos de esos 100 inmaculados han utilizado el mismo sistema; es decir, nombrar a dos amigos para, el tribunal con la finalidad de alcanzar la titularidad o la cátedra?
¡Ay, madre, que vienen los 100 justos!-
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