Turistas en el teleférico
Las aficiones extravagantes de los visitantes no siempre coinciden con los mapas turísticos
Hay un Madrid tradicionalmente turístico que no siempre es visita obligada para unas vacaciones en tierra extraña. La publicidad, la obsesión por las compras o la falta de interés ante la cara meramente cultural de la ciudad hacen que, en vez de acudir al Museo del Prado, parte de los 3,5 millones de forasteros que nos visitan cada año, y que últimamente son difíciles de ver en nuestras calles debido al síndrome del Golfo, prefiera montar en el teleférico o se jacte de haber dado con la perfumería de la familia Butragueño.
Un matrimonio mexicano recorre España en su segunda luna de miel. En cuatro días han conquistado Andalucía, pero su agencia de viajes apenas les deja 48 horas para conocer Madrid. "Hemos estado en el estadio Santiago Bernabéu y en la perfumería de Butragueño".Muchos se topan de repente con el popular comercio, muy cerca de la Gran Vía, y no se resisten a la tentación de comprar unas pastillas de jabón sólo por recibir un retrato firmado por el as del balompié.
Emilio Butragueño padre atiende a la clientela y le explica en qué lugar de la tienda se sentaba el futbolista al salir de la escuela.
"Quieras o no, se vende más, y como estamos muy cerca de algunos hoteles frecuentados por turistas, siempre se corre la voz. La mayoría son italianos o de América Latina.
Los aficionados te hacen el resumen del último partido: "¿Qué le pasa a su hijo?, ¿por qué no mete goles?". Estoy muy orgulloso, pero comprenda que él no puede estar aquí. Sería una locura". Los turistas sucumben a extrañas mitomanías en todas las partes del mundo. La americana ciudad de Boston, y concretamente los propietarios del bar Cheers, que presta nombre y fachada a una entrañable serie de humor, han visto crecer las colas de visitantes, para quienes fabrican y venden camisetas y mecheros con el mismo anagrama que vemos en televisión. Poco importa que Diana y Sam no estén detrás de la barra.
Mariachi y masajista
María Dolores, empleada desde hace ocho años en la Oficina de Información Turística de la Torre de Madrid, en la plaza de España, repasa las peticiones más extravagantes."Han llegado a preguntarme los horarios de la cárcel de Carabanchel, el precio de una masajista a domicilio, dónde se alquila un mariachi, si cuesta dinero confesarse o la dirección de la torre de El Loro. Los turistas más agradecidos son los polacos, pero, a pesar de la crisis, abundan los argentinos.
El invierno es de los italianos. Algunos se matan por subir a la última planta de este edificio, pero desisten ante las 100 pesetas de entrada a la cafetería". La oficina de la plaza Mayor siempre está abarrotada. Un italiano busca un mapa de las nuevas carreteras de acceso a Madrid. 'Tes vuelven locos", comenta Manuel García Gallardo, director del despacho. "Quieren saber dónde está la M-30, no sé si para visitarla o poderla evitar". Pero en cierta ocasión una estudiante americana se interesó por el lugar exacto donde se rodó la película de Pedro Almodóvar ¡Qué he hecho yo para merecer esto? Además, nuestra autopista interna baña la plaza de toros, la mezquita, el Pirulí y el estadio Vicente Calderón.
Antigüedades y guitarras
Manuel García sigue repasando: "Me preguntan muchísimo por tiendas de guitarras, lavanderías, antigüedades, grandes almacenes y La Vaguada. Los japoneses siempre quieren comprar cuero". Fue precisamente un grupo de nipones el que casi desgasta el Acuario madrileño con sus disparos fotográficos. Javier Serrano recuerda "que hicieron más de 2.000 instantáneas. ¡Algo querrían copiar! Nos visitan unos 6.000 turistas anualmente porque vendemos entradas en algunos hoteles".Dos estudiantes milanesas se acercan al Centro de Arte. Reina Sofía "sólo para subir en los ascensores de cristal", y otro espacio exclusivamente ocioso, el Parque de Atracciones, es sugerido por las agencias de viajes cuando la visita es algo más que relámpago. Anabel Cornego destaca el privilegio "de ser el único parque de este tipo en la zona centro de España". Abundan los franceses y los grupos de escolares. En cierta ocasión coincidí en un tren con una tropa de chavales canarios que llevaban el calco, abono del parque que se pega como una calcomanía, en las manos".
Turismo nacional es el que abarrota el teatro de Lina Morgan los fines de semana, mientras los nacidos en Estados Unidos recorren Madrid buscando unos buenos zapatos para taconear. Marcos Menkes los fabrica desde 1950. "Llegan a la tienda con mi dirección escrita, pero no buscan el souvenir. Suelen ser profesionales". ¿Haremos nosotros cosas parecidas fuera de Madrid?.
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