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Con la gratuidad del terrorista

El semanario Anuncios, el medio informativo de mayor audiencia en el sector publicitario, publica en su último número el siguiente editorial:"El mundo de la investigacíón de audiencia se ha visto sobrecogido estos días por un hecho inaudito: la publicación por un diario de difusión nacional de la. lista completa de ubicaciones de los audímetros que forman el panel de Ecotel.

El disparate cometido por Abc es de tal calibre que no es fácil encontrar palabras para calificarlo. Surgen algunas como irresponsable, gratuito, malintencionado, perverso, incomprensible..., pero ninguna se ajusta a una definición, quizá porque sería una mezcla de todas ellas.

El símil que mejor puede encajar en esta utilización de un medio de comunicación es el acto terrorista. Como él, se trata de una acción devastadora y desproporcionada en relación a los fines buscados; una acción que busca la notoriedad, como prueba el hecho de que coincida con la presencia en Madrid de grandes expertos mundiales en audiencia de medios reunidos en el congreso de Esomar; una acción, en fin, que no puede reportar ningún beneficio aparente a nadie, ni siquiera a su ejecutor.

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No obstante, hay un punto en el que el símil no es del todo ajustado. El terrorista suele actuar desde la marginalidad de un grupo repudiado socialmente, mientras que este absurdo ataque al mundo -ya de por sí cargado de problemas- de la medición de audiencia en España parte de un soporte que, ideologías aparte, todavía mantiene su prestigio entre la prensa española, prestigio labrado durante lustrbs y que sus responsables parecen empeñados en liquídar en guerras de bolsillo.

Abc ha iniciado una carrera suicida contra los instrumentos de medición de audiencia que funcionan por ahora en nuestro país, EGM y Ecotel, sin que se vislumbren sus objetivos. Bien es cierto que quizá sus resultados en EGM eran más bajos de los que Prensa Española dice que debería obtener, o que Antena 3 TV, cadena en la que participa esta editora, y hacia la que el diario ha manifestado sus simpatías, tampoco es la más favorecida precisamente por los datos de Ecotel, pero asociar estos hechos con el ataque reiterado e injustiricado a estas sociedades sería caer en la misma pobre argumentación del diario.

En efecto, y sin entrar de nuevo en el caso EGM, las razones esgrimidas por Abe para publicar una información que va a suponer un grave perjuicio económico a Ecotel y un importante trastorno a los usuarios del sistema, se limitan a que esta empresa está relacionada con el Gobierno a través de Telefónica, a que su otro socío (curiosamente el que ostenta el contrato para la realización de los sondeos de EGM) tiene un trato de favor de organismos públicos, y a que su información, según sus reportajes, no es fiable. Suponiendo que todo ello fuese cierto (la vinculación con Telefónica es obvia, y así lo demuestra hasta el nombre de la empresa), parece una suma de motivos bien pobre como para poner en juego el prestigio de una cabecera centenaria contra un enemigo que no lo es. Afirmar que, con la publicación del listado, Abc defiende el derecho a la información y a los propios usuarios del sistema es un sofisma tan evidente que no viene al caso ni comentar. Si de verdad ésa hubiera sido su intención, habría bastado con denunciar que el listado había llegado a su poder, con lo cual ya quedaba bien claro (como así ha sido) que Ecotel no tenía mecanismos suficientes para garantizar la confidencialidad. El derecho de Abc a informar, o criticar si viene al caso, este u otro sistema de audímetros nadie lo pone en duda, pero en esta ocasión ha ido mucho más allá, pues falla hasta la primera condición, que es el interés de los lectores del diario.

Los asistentes extranjeros al congreso de Esomar no podían entender que un hecho semejante se produjese en España. Si no existiera el precedente del EGM, tampoco los españoles lo entenderíamos".

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