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GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

Juan Pablo II expresa su solidaridad hacia las poblaciones de Israel e Irak

Juan Arias

Juan Pablo II, que había sido acusado la noche del pasado martes por la comunidad judía de Roma -compuesta por 25.000 personas- de haber callado frente a las amenazas, primero, y a la agresión, después a Israel por parte de Irak, expresó ayer su solidaridad "con cuantos en el Estado de Israel", dijo, "sufren por los despreciables bombardeos de los días pasados y de ayer, al mismo tiempo que me siento cercano a las poblaciones de Irak y de los otros países involuerados en el conflicto sometidos también ellos a duras pruebas".La carta de protesta contra el Papa había sido redactada en la casa del jefe de los rabinos de Roma, el anciano Ellot Toaff, que fue amigo personal de Juan XXIII. Un día, tras haberse parado Juan XXIII con su coche delante de la sinagoga de Roma en el momento que los judíos salían de una celebración, se acercó a ellos y les dijo: "Si no os ofendeis, el Papa os quiere dar su bendición".

La gente le aplaudió y Juan XXIII le dijo a su secretario particular, monseñor Loris Capovilla, hoy arzobispo de Loretto: "No sé lo que dirían ciertos teólogos de lo que acabo de hacer, pero muchas veces he pensado que en la otra vida podremos tener muchas sorpresas todos".

Toaff y la comunidad judía romana, la más numerosa de este país, han pedido en su carta que el Vaticano se decida a reconocer oficialmente al Estado de Israel, al mismo tiempo que expresaban su amargura porque días atrás, incluso el domingo pasado cuando ya habían empezado a llover los misiles sobre Tel Aviv, el papa Woityla, aunque había condenado con fuerza la guerra, no había nombrado para nada aIsrael ni mencionado los sufrimientos de aquella población golpeada a pesar de no haber entrado en guerra.

Ayer, el Papa escuchó sus deseos, aunque, según afirmaron algunos judíos a EL PAÍS, Juan Pablo II se ha limitado "a decir lo mínirno", sin haber puesto en sus palabras de condena el énfasis que puso días atrás para condenar los bombardeos contra Irak. Los motivos por los que el Vaticano no se decide a reconocer oficialmente al Estado de Israel son tres: el problema del estatuto de la ciudad de Jerusalén, aún sin resolver desde los tiempos de Pablo VI, la cuestión de las fronteras y la cuestión palestina.

Juan Pablo II apareció ayer más bien desilusionado y se limitó a pedir oraciones y sacrificios "para que el Señor inspire a todos sentimientos de paz y voluntad de diálogo".

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