_
_
_
_

La 'glásnost', amenazada

La libertad de información se tambalea en la URSS

Medio año después de aprobada la Ley de Prensa, que oficialmente consagraba la libertad de expresión, esta libertad se ve gravemente acosada. Los ultimos sucesos -prohibiciones de programas televisivos, la clausura de una agencia de noticias independiente, los atentados contra periodistas- parecen indicar que se quiere frenar la glásnost (transparencia informativa), uno de los pocos logros reales de la perestroika.

El Ministerio de Prensa e Información Masiva de Rusia cree, ni más ni menos, que el país vive el "preludio de un terror abierto contra la glásnost". Esta declaración la hizo el ministerio el viernes por la tarde, y ayer todavía no había alcanzado a ser publicada ni siquiera por el periódico Rossliskaya Gazeta, el órgano oficial del Parlamento ruso.La campaña de "desacreditación" de los periodistas "toma cada vez tonos más negros, con presiones descaradas, destrucción de tiradas de periódicos, prohibición de teleprogramas", según la citada declaración. Pero ahora no sólo los programas y diarios corren peligro; también peligran las vidas de los periodistas. En diciembre dispararon contra Alexandr Nevzórov, el popular presentador de las telenoticias de Leningrado 600 segundos. Y el viernes, como informa el Ministerio de Prensa ruso, en la ciudad de Kaluga mataron a lván Fomín, director del diario provincial Znamia, e hirieron al reportero gráfico Guennadi Golovkov. El asesino mató a Fomín de dos tiros a quemarropa, y no oculta que lo hizo por motivos políticos. "Es el resultado de la política de odio, de búsqueda de un enemigo interno, de echarle la culpa de todos los males a la prensa", concluye la declaración del ministerio.

También el viernes, por tercera vez consecutiva, no salió al aire el programa televisivo semanal Vzgliad (Mirada), que lo ven entre 90 millones y 150 millones de telespectadores. Este programa, que siempre toca agudos problemas políticos y sociales, era el símbolo de la glásnost. Desde que comenzó la perestroika, seguramente no había otro de igual calidad e independencia. Su popularidad era tal que los tres periodistas de Vzgliad que presentaron su candidatura a diputados de Rusia fueron elegidos el año pasado sin problemas.

El 'tema Shevardnadze'

Las dos semanas anteriores, el programa fue prohibido porque los jóvenes presentadores querían tocar un tema que se ha convertido últimamente en tabú: el de la dimisión del ministro de Asuntos Exteriores Edvard Shevardnadze. En directo debían aparecer dos asesores de Shevardnadze para explicar los motivos que éste tuvo para decidirse a hacer su dramático discurso en el Congreso el 20 de diciembre pasado. Además, naturalmente, pensaban hablar del peligro de dictadura sobre el que en aquella ocasión advirtió Shevardnadze.La prohibición de esta semana es de otra índole, pues es indefinida, hasta que los periodistas de Vzgliad no presenten "la concepción del programa y las principales orientaciones temáticas para el año 1991, tomando en cuenta las conversaciones mantenidas con la dirección de Radiotelevisión de la URSS", como se dice en la orden de suspensión del programa, firmada por el vicepresidente de Radiotelevisión, Piotr Reshetov. Esta orden tiene otro punto, mucho más grave: se encarga a los funcionarios correspondientes preparar un contrato con los periodistas de Vzgliad según el cual la dirección de la Televisión Central y ellos "compartirán la responsabilidad por el contenido y la calidad del programa" y "la disciplina" durante las retransmisiones en directo. Esto da a los jefes de la televisión un gran poder de censura, y de hecho significa la muerte de Vzgliad, que existió hasta 1990.

"Somos las primeras víctimas de la nueva línea del presidente Mijaíl Gorbachov", dijo Alexandr Politkovski, uno de los autores de Vzgliad y diputado de Rusia. Politkovski se refería al giro hacia la derecha que está dando toda la política soviética.

El que aplica esta nueva política en Radiotelevisión es Leonid Krávchenko, que ya logró una dudosa fama como director general de Tass, la agencia informativa oficial soviética. Su conservadurismo no suscita dudas: fue uno de los más firmes opositores a derogar el artículo sexto de la Constitución, que establecía la hegemonía del partido comunista en la vida de la URSS, y ha atacado a la prensa porque ésta ahora critica demasiado. La información de Tass bajo su dirección fue siempre muy tendenciosa, especialmente orientada contra las fuerzas progresistas.

Ahora, Krávchenko ha empezado a poner orden en Radiotelevisión. El viernes la emprendió también con la agencia de noticlas independiente Interfax. Esta agencia, que funcionaba en el edificio de Radio Moscú, fue clausurada y sus bienes confiscados por orden de Krávehenko. También ha debido suspender sus informaciones el boletín Baltfax, que publicaban conjuntamente con el Servicio de Noticias del Báltico. Según Interfax, el presidente de Radiotelevisión está empeñado en "liquidar las estructuras informativas independientes". Ayer, los periodistas miembros del Sóviet Supremo recogían firmas para un llamamiento a favor de la glásnost.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_