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Una refugiada política siria da a luz en plena calle del barrio de Vallecas mientras esperaba un taxi

Elsa Fernández-Santos

Waffa Dadou, de 26 años, parió ayer una niña en plena calle en Vallecas. La mujer, de nacionalidad siria, dio a luz mientras esperaba la llegada de un taxi. Pero fue una patrulla de la Policía Municipal la que se encontró con ella, que estaba tendida en el suelo, apoyada en la pared, sosteniendo por los pies a la recién nacida, que permanecía entre sus piernas unida por el cordón umbilical. La policía trasladó a la madre, la niña y el padre hasta el hospital de Santa Isabel. Waffa Dadou es una refugiada política que, junto con su marido y un hijo de dos años, lleva tres meses en España.

, Waffa Dadou y su marido, Muhammad Jamal, un químico de 34 años, llegaron a Madrid hace tres meses y diez días acompañados por su hijo de dos años. La mujer estaba en avanzado estado de gestación. Desde entonces viven junto a otros 95 refugiados en el Centro de Acogida a Refugiados de Vallecas (CAR), en el número 2 de la calle de Luis Buñuel.Julián Zamora Alonso, director del centro, indica: "Llegaron aquí desde Amsterdam (Holanda). Iban rumbo a Canadá, pero en Amsterdam los pararon y los enviaron a España, donde los acogimos". "En principio están en tránsito", añade Zamora Alonso, "son refugiados políticos y les ha costado mucho adaptarse, son gente muy inquieta y traumatizada, con un fuerte desarraigo",

Según Zamora, "en el vuelo de Amsterdam a Madrid les perdieron toda su documentación y todas sus maletas. Llegaron con lo puesto y sin saber ni una palabra de castellano."

No quería ir al hospital

Waffa Dadou salió de cuentas hace 10 días, pero según empleados del centro de refugiados llevaba una vida normal. No quería ir al hospital, porque no sentía temor alguno por el parto. Aproximadamente a las 6.30 de ayer comenzaron las contracciones, y desde el centro llamaron a un taxi para que fuese a recoger a la mujer. El taxi no llegaba, y la mujer, nerviosa, salió a la calle, donde parió a la intemperie. Eran alrededor de las siete de la mañana, había siete grados de temperatura, niebla y orvallo.En ese momento llegaron Emilio Castro Jiménez, de 32 años, y Francisco Casado Patena, de 34 años, dos policías municipales encargados de patrullar la zona desde las diez de la noche hasta las ocho de la mañana. "Nos encontramos con una mujer sentada en el suelo, con las piernas desnudas abiertas y un bebe alzado con las manos por los pies, boca abajo. La mujer y el bebé sollozaban. Había una mancha en el suelo", dicen los policías. Francisco Casado, padre de dos hijos, dice: "Para mí, lo más impresionante fue ver a la niña unida a su madre por el cordón umbilical".

Gonzalo Cuevas, de 25 años, ordenanza del centro para refugiados en el turno de once de la noche a ocho de la mañana, dio una manta a la mujer. El marido bajó en ese momento. El policía Emilio Castro dice: "El marido habla un poquito castellano, él nos dijo que llevásemos a la mujer al hospital de Santa Isabel. Llegamos alas 7.15".

El hospital de Santa Isabel, en la calle de 0'Donnell, número 56, tiene un acuerdo con la Cruz Roja para acoger a las embarazadas refugidas en Madrid. Waffa Dadou ya había visitado el centro para hacerse una revisión. Según el parte médico, ayer llegó en buen estado al hospital. La niña pesó 3.500 gramos. "Estaban llenas de barro, pero bien. Cortaron el cordón umbilical, y a los 10 minutos expulsó la placenta", indica el director del hospital, Ignacio Apolinario.

Baja temperatura

"El único problema es que la niña tiene 34 grados de temperatura, que es muy bajo, motivo por el que está en una cuna térmica.. Y la madre tiene un pequeño desgarro", añade.Pero el problema principal ha sido el del idioma. El matrimonio sirio no habla español.

Él lo chapurrea con dificultad y sólo sabe un poco de francés. Ella apenas habla unas palabras en inglés. "Para un médico esto es un gran problema, es necesario comunicarse bien con el paciente", indica Apolinario.

Waffa Dadou permanece desde ayer en el hospital, en la habitación G-311. Lleva la cabeza cubierta con un pañuelo marrón y por orden de su marido no habla con nadie que no sea del centro clínico. Muhammad Jamal tampoco lo hace. Él dice que es por cuestiones religiosas. "Están muy asustados", comenta un enfermero.

Ayer a mediodía, los dos policías fueron a visitar a la madre y a la recién nacida. El padre se acercó a ellos, les dio las gracias y, tras saludarles, sonreía tímidamente. "Es una pena no entenderles, parecen gente encantadora", indicó uno de ellos.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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