Giacometti en el paredón
Hay barbaridades culturales que deberían estar contempladas como delito. Algunas llegan incluso, con la mejor voluntad, promovidas y financiadas por diferentes organismos del Estado con la intención de educar e informar,y tras una inversión multimillonaria, cae la responsabilidad en alguien que no tiene ni idea de lo que se trae entre manos.Debería ser un delito que un bien cultural de primer orden, como lo es la obra de este escultor italiano, se presente al público de una forma aberrante, que mutila irreparablemente la imagen que miles de escolares y visitantes de todo tipo se van a crear.
Una escultura de Glacometti es una forma viva por la especial relación que el autor establece entre el espacio y la forma a través de la peculiar vibración de la luz que crean sus palpitantes superficies. Esa vibración necesita una expansión en el espacio que genera. Esa expansión convierte lo minimo en infinito, arrastra al espectador al vértigo de un instante ajeno a su cotidiana relación espacio-tiempo. Es el vértigo iniciático de una irreparable experiencia estética.
Desgraciadamente , la exposición del Centro Reina Sofía no entiende de espacio ni de luz. Les debe parecer innecesario. Han apelotonado en línea de a uno, sin reparar en más, y el ambiente pesa con el peor de los presagios.- Profesor de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la U
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