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Kinnock: "Major es un primer ministro provisional

El líder laborista británico sigue confiando en ganar las elecciones

Neil KInnock, el líder laborista británico, dice creer que el cambio de liderazgo en el Partido Conservador y el nuevo protagonismo político de John Major no afectan sustancialmente las perspectivas electorales de la oposición. "Major es un primer ministro provisional", señala Kinnock, quien confía en derrotar a los tories en las próximas elecciones.

Los conservadores "han cambiado de líder y de palabras, pero no hay nuevas políticas". Kinnock abraza la idea de Europa, se compromete a participar positivamente en su construcción y diluye el énfasis conservador de Europa como mercado al hablar de desarrollo equilibrado y de la vertiente social de la Comunidad Europea.Los laboristas han pasado el mes de noviembre empequeñecidos tras la espectacular pelea que han librado los conservadores, resuelta con el arrumbamiento de Margaret Thatcher y la aparición de Major como nueva figura emblemática. Este cambio significa que los laboristas ya no pueden confiar en Thatcher como su principal agente electoral.

Es más, el cambio en la jefatura del Gobierno ha generado especulaciones sobre la pertinencia de llevar también a cabo un relevo en la cabeza de la oposición. Un sondeo de opinión publicado el pasado domingo indicaba que los laboristas tendrían mejores oportunidades de derrotar a los conservadores con John Smith, el responsable de Hacienda en el Gobierno en la sombra, que con Kinnock.

¿Le ha llegado la hora?

El líder de la oposición recibió ayer en sus dependencias de la Cámara de los Comunes a un grupo de periodistas europeos y contestó sin su proverbial locuacidad a la pregunta de si también a él le ha llegado la hora. "No", dijo. "Todas esas especulaciones son historias sin fundamento. Y cuando se les preguntó a mis colegas [qué pensaban de ellas] dieron una clara respuesta". Major necesita modificar los aspectos más virulentos del thatcherismo si quiere ganar las próximas elecciones, y los laboristas van a jugar a fondo la carta del centro político con su oferta programática."La gente quiere mejor sanidad, mejor educación, más bajos tipos de interés, pleno empleo, una fiscalidad más justa", dice Kinnock.

"El Gobierno no se lo ha dado en los últimos 11 años y el cambio de liderazgo no afecta nada a toda esa gente del centro. Está claro que hay un nuevo líder. Pero ¿cuáles son sus nuevas políticas? No hay. Sólo palabras. Ha hablado de una sociedad sin clases y de oportunidades. Que la gente se acuerde de ello y ya veremos dentro de unos meses".

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La desaparición de Thatcher lleva a Kinnock a poner el énfasis en la responsabilidad compartida en sus políticas por los demás ministros. Los fracasos de los conservadores "no son responsabilidad de una persona, sino del Gobierno. Major siguió fielmente a Thatcher en todas sus rabietas a lo largo de sus tres anteriores cargos en el Gobierno como número dos del Tesoro, secretario del Foreign Office y ministro de Hacienda".

El líder de la oposición reprocha al primer ministro el que quiera realizar cambios sólo por motivos de supervivencia política. "Su interés por el poll-tax es de la semana pasada, y en el tiempo disponible [hasta las próximas elecciones, a celebrar antes de julio de 1992] no puede hacer cambios, ni en Educación, ni en Sanidad". La conclusión a que llega Kinnock es que Major "es un primer ministro provisional.

Europa fue el detonante de la explosión que derribó a la aparentemente inamovible Thatcher, y Kinnock estima que la falla europea sigue amenazando a los conservadores mientras que ha dejado de hacerlo a los laboristas. El Gobierno en la sombra está a favor de una participación activa en la construcción europea, dice Kinnock, lo mismo que la ejecutiva del partido y la mayoría de los parlamentarios. Hay discrepantes, pero "son muy pocos y nunca han ofrecido alternativas".

Unión económica

Neil Kinnock acusa a los conservadores de pensar en Europa sólo como mercado, frente a la visión laborista de una comunidad integrada en términos económicos, con un desarrollo equilibrado y una política social.Kinnock habla de prudencia y de problemas constitucionales al referirse a la unión política y establece condiciones en el camino hacia la integración económica.

"La integración ha de estar relacionada con el rendimiento económico" de los Doce, cuya convergencia económica ha de ser el principal determinante del proceso de acercamiento". La unión debe llevar aparejada también una responsabilidad democrática, depositada en el Consejo de Ministros de Economía, cuyas directrices ejecutaría el eventual Banco Central Europeo (BCE).

El efectivo ejemplo del Bundesbank como banco independiente del poder político tiene validez en Alemania, pero su traslación al BCE sería una fuente de problemas. "Cuando se suscitaran diferencias políticas como consecuencia de decisiones monetarias para las que no hay responsables habría conflictos", dice Kinnock. "Lo mejor es que quienes tomen decisiones económicas sean políticamente responsables".

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