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35 grapos mantienen la huelga de hambre un año después de haberla iniciado

Treinta y cinco miembros de los GRAPO presos en 21 cárceles españolas mantienen todavía la huelga de hambre indefinida iniciada hace un año por 62 activistas de la organización para protestar por las medidas penitenciarias de dispersión de terroristas, según datos facilitados por su defensora, la abogada Francisca Vilialba. El Ministerio de Justicia afirma que, si bien mantienen la postura de protesta, 30 se alimentan por la boca y cinco por sonda.

Los grapos iniciaron la huelga de hambre el 30 de noviembre de 1989 para presionar en favor de la reunificación de todos los presos de la banda en una sola cárcel y reivindicar mejoras en las condiciones de vida en los centros penitenciarios, extremos a los que se ha opuesto el Ministerio de Justicia, pues considera que la política de dispersión de los terroristas es uno de los medios más eficaces para evitar que los activistas, una vez cumplida la condena, vuelvan a cometer atentados.A lo largo de este año, han sido alrededor de una treintena los reclusos de los GRAPO que han abandonado la citada medida de presión por diversos motivos, entre ellos, el haber sido puestos en libertad o el miedo a volverse locos. Otros se han incorporado a la huelga posteriormente, tras su detención por la policía. Es el caso, por ejemplo, de Olga Oliveira y Jesús Cela Seoane, dos de los cinco grapos detenidos a finales del pasado mes de octubre en Madrid.

Al fallecimiento de José Manuel Sevillano el pasado 25 de mayo en el hospital Gregorio Marañón de Madrid cuando llevaba seis meses sin comer, no han seguido nuevas muertes en el siguiente medio año, sin duda porque los huelguistas han recibido alimentación.

Los abogados sostienen que la alimentación recibida es forzosa, mientras Justicia insiste en que, la mayoría recibe una alimentación alternativa, consistente en yogures, leche, zumos de frutas, apoyados por complejos vitamínicos, de forma voluntaria. Sólo cinco de ellos están alimentados por sonda, bien por vía parenteral o nasogástrica.

E la actualidad, Leoncio Calcerrada, -preso en Badajoz, -uno de los escasos lugares en los que el juez de vigilancia y los médicos son partidarios de respetar la voluntad de los reclusos hasta la pérdida de la consciencia- es el que presenta un estado de gravedad más acusado. Calcerrada padece agarrotamiento de los miembros y fases de pérdida de conocimiento.

Otro interno de Badajoz, Jaime Simón Quintela, ha abandonado recientemente la huelga de hambre tras padecer el síndrome de Wernicke-Korsakov, con pérdida de memoria y de la capacidad volitiva, así como neuropatías.

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Un total de 37 abogados de Madrid denunciaron ayer "las condiciones infrahumanas que padecen" los presos en huelga, "siendo alimentados forzosamente y atados", ante la "pasividad y la intransigencia" del Minsiterio de Justicia y del director de Instituciones Penitenciarias.

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