Cierre triunfal de la conferencia laborista británica
El Partido Laborista británico concluyó ayer su conferencia anual con la moral alta y aparentemente liberado del complejo de derrota que le ha atenazado durante años. Los laboristas creen estar en condiciones de enviar a la primera ministra conservadora, Margaret Thatcher, a la oposición gracias al abandono por parte de Neil Kinnock de los dogmas socializantes en favor de la adaptacion de la oferta política a las realidades de la sociedad británica.
Kinnock, en su papel de moderado líder de la nación, dijo ayer que no se comprometerá a hacer nada que no pueda cumplir. El más triunfal de los congresos laboristas desde que Thatcher llegó al poder 1979 finalizó con el desafío lanzado por Jack Cunningham, coordinador de campaña: "Envío este mensaje al desmoralizado Partido Conservador, al desacreditado e incompetente Gobierno y a la aislada y fuera de tono primera ministra", tronó Cunningham. "En el día que fije, del mes que fije, del año que fije, sea cuando sea, el Partido Laborista está preparado para la próxima elección. Estamos preparados no sólo para ganar, sino para gobernar".Kinnock, elegido hace siete años como líder de un partido en bancarrota y desde hace tres empeñado en una reforma a fondo de las políticas y el programa laboristas, se ha sentido estos días en Blackpool más cerca que nunca de Downing Street, residencia de la primera ministra. El congreso ha abandonado los instintos fratricidas de antaño y ha considerado con una suavidad desconocida cuestiones que hace unos años hubiesen sido anatema. La ejecutiva ha sufrido derrotas -sobre sus planes de pensiones, por su moderación en la reducción en los gastos militares y porque se ha decidido estudiar el posible cambio de sistema electoral-, pero ni han sido llamativas ni han puesto en cuestión al nuevo partido.
"No prometo absolutamente nada más de lo que sé que voy a poder hacer", declaró ayer Kinnock. "Y nadie va a hacer promesas exageradas en mi nombre". El líder laborista, que el martes pasado anunció que la educación y la alianza entre inversión pública e iniciativa privada formarán el núcleo de su programa, pronunció entonces un discurso sobrio, como imbuido de las responsabilidades venideras, en un intento de reforzar su credibilidad personal ante la nación.
John Smith, responsable de Hacienda en el Gobierno en la sombra, marcó la pauta de rigor cuando dijo: "Tendremos que optar por alternativas que no serán fáciles ... No vamos a gastar más de lo que la economía pueda permitir".
La economía va ser el campo sobre el que se va a librar la próxima campaña electoral-que Kinnock estima puede disputarse en 1991, por más que los conservadores hayan insinuado que la actual legislatura podría prolongarse hasta 1992. Ayer el Gobierno conservador se apropió de dos de los instrumentos que el líder de la oposición iba a usar para vigorizar a ésta: rebajar los tipos de interés e introducir de pleno a la libra en el Sistema Monetario Europeo. Thatcher acaba de ganar la primera mano de la incipiente batalla electoral.
Centro político
El discurso político laborista se ha desplazado en Blackpool definitivamente desde los tradicionales terrias de debate ideológico a cuestiones de gestión. Ya no se habla de nacionalizaciones, ni del poder sindical, ni de la amenaza de la multinacionales, ni del unilateralismo. Kinnock ha llevado al partido hacia las aguas templadas del centro político en un intento de atraer a votantes desilusionados con el dogmatismo liberal thatcheriano y habla de intervenir sólo lo imprescindible en la economía y de trabajar mano a mano con el capital.Neil Kinnock aavirtió ayer que su Gobierno no va a cumplir todo lo que proponga el congreso -que, por otra parte, tiene muy limitado su poder de influencia- si no ve que es beneficioso para el conjunto del país: "No vivimos en un mundo de resoluciones [congresuales] sino en un mundo de realidades con las que hay que tratar y todos lo saben".
El martes inician los conservadores su congreso en Bournemouth y de allí tendrán que salir las primeras respuestas a la moral de triunfadores con la que los laboristas han dejado Blackpool.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.