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Los laboristas británicos confían en arrebatarle el gobierno a Thatcher

El Partido Laborista británico inició ayer su congreso anual en una atmósfera de confianza y dispuesto más que nunca a presentarse ante al electorado como una alternativa viable. John Smith, eventual ministro de Hacienda en un primer Gabinete laborista, no echó las campanas al vuelo demagógico, y advirtió que no existe panacea para "una década de mala gestión" económica del thatcherismo.

Los laboristas acudeneste año a Blackpool con la convicción de que nunca han estado mejor situados para derrotar a Margaret Thatcher.Los sondeos siguen siéndoles favorables, aunque las últimas muestras dan resultados erráticos, fruto tanto de los tres años de reforma política -de programa y de estructuras- llevada a cabo por Neil Kinnock como de las poco halagüeñas perspectivas económicas.

Smith dramatizó ayer la tenebrosidad del panorama económico, pero tuvo buen cuidado en huir de la demagogia. Cargó las tintas en lo que calificó de mala gestión conservadora, pero advirtió que no hay solución mágica.

Con ello indicaba a sus propios seguidores que un Gobierno laborista no va a traer tiempos de vino y rosas, y, más importante aún, se presentaba ante el electorado general como un hombre cauto, no dispuesto al derroche y a las alegrías presupuestarias.

Los británicos siguen sin confiar plenamente en la capacidad gestora laborista, a lo que Smith replica que qué ejemplo están dando los conservadores con una inflación y unos tipos de interés récord, un déficit comercial sin precedentes, un paro en alza y un país al borde mismo de la recesión.

El responsable de Hacienda en el Gobierno en la sombra ofreció detalles de su futura política -incremento de la inversión en educación y desarrollo regional, mejoras sociales y de los servicios públicos- que serán financiados no mediante un sistema fiscal que exprima a los potentados, sino a partir de la recuperación económica derivada, a corto plazo, de la rebaja de los tipos de interés, de la introducción de la libra en el Sistema Monetario Europeo y de la imposición -de controles crediticios.

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Este congreso, que podría ser el último antes de las próximas elecciones, va a convertirse en un paseo para Kinnock, quien interviene hoy ante sus fieles. Las protestas de¡ ala izquierda de¡ partido, antaño tan influyente, caen en oídos sordos.

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