Mónica Boada
Cambia la pasarela por el COOB 92
Incluso el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, acudió a felicitar a Mónica Boada en la fiesta-homenaje que le organizó la Asociación Gaudí con motivo de su retirada como modelo profesional. A sus 28 años -un metro ochenta, del cual la mitad pertenece a las piernas más fotografiadas de España, 89 de pecho y 62 de cintura-, Mónica Boada ha ejercido, como Chris Evert en las canchas de tenis, de gran dama de la pasarela española. Su rostro, a lo largo de los 12 años que le ha dedicado al mundo de la moda, se ha identificado con el de Barcelona y la ciudad la ha colmado de honores por ese temple suyo, carismático, aburguesado y elegante."Tampoco quiero pensar que es un adiós definitivo. Es demasiado dramático decir blanco o negro. Me despido como modelo profesional porque mí trabajo en el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Barcelona (COOB) me exige dedicación exclusiva, pero quizá más adelante haré alguna salida esporádica. La de modelo es una profesión que no te puede llenar a todos los niveles", dice Mónica Boada. Cuenta, con su melena rubia y adulta, que durante estos 12 años no sólo se ha conformado con pasearse con trajes encima. Superadmiradora de Herman Hess, a Mónica Boada le faltan algunas asignaturas para terminar Psicología, ha trabajado en producciones de vídeo y se confiesa "tremendamente pobre, ya que me he dedicado a otras cosas y he tenido muchos periodos muertos".
Su nuevo trabajo en el COOB es el de relaciones públicas en el gabinete diplomático. Boada se las tendrá que ver con políticos de otros países para informarles sobre la marcha de los Juegos Olímpicos de Barcelona, y sobre todo con los miembros del Comité Olímpico Internacional, que según ella serán los grandes agasajados en su trabajo protocolario. De mirada altiva y con el poder especial de saber clavar los ojos a lo largo de la pasarela -el no va más de complicidad y desafío entre ella y el espectador-, Boada ha marcado un estilo que años atrás la convirtió en musa de diseñadores como Antonio Miró y que enloqueció a fotógrafos como Javier Vallhonrat, Antoni Bernad o Fabrizzio Ferri. "No he creado ninguna escuela, yo no pienso las cosas con estrategia, mi gesto es natural y al desfilar suelo mirar más hacia dentro", explica. Cuando empezó, a los 16 años, ya se había tragado tardes y noches de lloros y rabietas: "La gente, al ser mona, se creía que era tonta y antipática, cuando era más bien tímida y frágil". La profesión la ha endurecido en este terreno, "puedo ser vanidosa, pero no con mi fisico. Considero belleza a Ava Gardner, por ejemplo". Con la llegada al poder de modelos de 12 o 14 años, y ante el retorno de modelos de 50 como Veroushka, Mónica Boada afirma que no existe una edad fija para retirarse. "La moda es renovación continua, pero una imagen puede quemarse, y eso es lo que decide tu continuidad. Yo en esto he mantenido siempre los pies sobre el suelo. Es importante tener claro que algún día se acabará".
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