Tratamiento de rock
Traslado 'forzoso' de la música en directo a las afueras de la capital
No se ha inaugurado nada. La sala Argentina estrena apellido hot rock y ataca de nuevo con 20 años cumplidos. Catedral del más duro rock and roll de un barrio, el de San Blas, que le ha escrito la historia aprovecha ese abrir y cerrar de escenarios para, experimentar con diversas tendencias musicales, siempre dentro del rock hecho y derecho.
Está en medio de un descampado que los neorrealistas no dudarían en filmar siempre en blanco y gris luminoso. Sin embargo, aparece decorada en mil cuadritos de colores para desconcertar y deslumbrar a quienes no son habituales.La Argentina ha tenido un único y paciente dueño en estas dos últimas décadas. "La mejor época, entre 1970 y 1982", comenta Ángel mientras atiende en las taquillas. "Se nos conocía hasta en Londres y cualquier figura del heavy internacional pasaba por La Argentina. En realidad, hasta Diana Ross estuvo aquí cantando una vez... Sí", intenta concretar ante un escepticismo que cuesta trabajo disimular, "Diana Ross, la negrita. Luego hubo momentos que fueron más flojos, como cuando esto se nos hizo discoteca de niñatos. Aquí siempre rock, pero para un público hecho y derecho".
Y a precios tan asequibles como las 550 pesetas, copa incluida, que costó presenciar uno de los experimentos más interesantes de música que han pasado por Madrid, la actuación del grupo Sex Museum al amparo y socaire de las ideas aperturistas de Estanis Núñez, que se encarga de las relaciones públicas de esta sala desde el pasado mes de agosto.
Sex Museum
Con la increíble presencia estética y musical de Sex Museum en el escenario, el público jugaba a imaginar rivalidades tribales (¿urbanas?) entre una legendaria clientela heavy que no debe sentirse invadida.Mientras los incondicionales de Marta, Fernando, Miguel, El Niño, y Germán, nuevo bajista empecinado en ver crecer su melena hasta el codo, llegaban en oleadas escupidos por la cercana boca de metro, los de siempre marcaban territorio como lo hace un macho con su hembra. Ésa que sabe poner las curvas al alcance de su mano y pasea con la credibilidad de quien se viste del mismo modo para un concierto que para teclear en la caja de un supermercado cualquiera. Tigresas más duras que las muñequitas de corte años sesenta. Ellos son dos formas total y absolutamente diferentes de ceñirse un pantalón.
El heavy, amplio catálogo de calzado deportivo. Los psychos viven más dados al reluciente botín, sabiendo que lejos de casa no se debe perder la compostura. Funciones como aquélla puede que se repitan si La Argentina cumple sus promesas de mezclar dentro de la sensatez estilos hard que no deben ser incompatibles. Con grupos como Revólver y Enemigos.
Se espera, en un futuro quizá no demasiado lejano, una segunda recuperación, la de la enorme y vecina sala del cine Argentina, que podría servir para esas estrellas que se venden solas, "como Joaquín Sabina", especifica Estanis Núñez.
Panacea en directo
Entre quienes acaban de ser presentados a la sala se encuentra el histórico locutor de radio Juan de Pablos, entusiasmado cliente. "Será una panacea para la música en directo. Por referencias conozco La Argentina desde los tiempos de Burning, pero nunca me había pasado por aquí. Ojalá cuaje".Además de las necesarias reformas que impone el paso del tiempo, están esos otros retoques que se ven menos y puede que cundan más, como el nuevo sistema de sonido a base de compact disc, luces de escenario, dosis de láser dentro de lo terapéutico y amplios camerinos para los trabajadores de la escena. En el piso de arriba se imitan las aceras de una supuesta calle de la moda cuyas vitrinas exhiben cuero, tachuelas, éxitos de metal y un restaurante que se llama El 69.
Junto a la pista destaca el sahumerio importado a carne picada sobre plancha achicharrada, vulgo hamburguesa (entre panes), porque aunque el estruendo musical no deje oir sus gruñidos, los heavys también gustan de llenar sus estómagos a deshoras.
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