La dirección del PSOE obligó a los guerristas a aceptar el 'armisticio' de Joaquín Leguina
Las presiones hechas por la dirección del PSOE, unidas a la marcha de las votaciones en las agrupaciones socialistas de Madrid, forzaron a los partidarios de José Acosta y a los guerristas a aceptar el armisticio que les ofreció Joaquín Leguina. El secretario general de la FSM consultó previamente su propuesta con las personalidades socialistas que le respaldaron públicamente en la reunión del hotel Chamartín.
El plan de paz, que aplaza el desenlace de la batalla en el PSOE madrileño hasta el congreso regional de enero y a lo que suceda en noviembre, en el 32º Congreso federal, fue diseñado por Joaquín Leguina el sábado pasado, después de múltiples consultas con sus seguidores y con personas de su confianza. Fuentes consultadas por este periódico han asegurado que en la elaboración de la propuesta jugaron un "papel destacado" algunos integrantes del llamado grupo de Chamartin.Con este nombre ha comenzado a denominarse en el PSOE a los ministros, dirigentes del partido y altos cargos del Gobierno que participaron el pasado día 4, en el hotel de ese nombre, en el acto de apoyo al secretario de la FSM. Estos dirigentes aconsejaron a Leguina aflojar el pulso, atendiendo el deseo de Felipe González de que acudiera al 32º Congreso federal una delegación "unitaria y pluralista" de la FSM.
La propuesta, que era también conocida con antelación por el ex alcalde de Madrid, Juan Barranco, fue presentada la tarde del sábado pasado al número tres del PSOE, Txiki Benegas. Éste la consideró aceptable, según las mismas fuentes, pero fue rechazada por Acosta y los guerristas. En un principio, éstos pretendieron que la delegación de la FSM la encabezara Barranco, argumentando que si lo hiciera Leguina se verían desautorizados. Más tarde plantearon que el acuerdo incluyera una renuncia explícita del presidente de la Comunidad de Madrid, a optar por la secretaría general de la FSM en el congreso regional de enero.
Sin embargo, el lunes por la noche los guerristas flexibilizaron su postura, abriendo la puerta a la reunión definitiva del martes en la sede de Ferraz. En este giro influyeron, según admiten cualificados guerristas, los "buenos oficios" de la Ejecutiva federal y los resultados que se iban produciendo en las agrupaciones madrileñas, más favorables a Leguina de lo que esperaban.
El acuerdo permite a ambos sectores aplazar el desenlace de su pugna y ganar tiempo. Los leguinistas esperan que el 32º Congreso instaure un nuevo "marco de convivencia" en el seno del PSOE, que evite la tendencia del guerrismo a cortar cabezas. En este caso, cabe la posibilidad de que la renuncia tácita de Leguina a sucederse como secretario general se vea compensada con un control de la ejecutiva regional por personas de su confianza. Leguina confía también en volver a ser el candidato a la presidencia de la comunidad, una posibilidad no incluida en el acuerdo, pero tampoco descartada.
Por su parte, los hombres del aparato han cedido en sus posturas esperando el desenlace definitivo de la batalla en el congreso regional de enero y venden como un éxito el hecho de que Leguina se haya avenido a no ser el próximo secretario general.
A pesar del acuerdo, los leguinistas y los guerristas seguirán presentando listas diferenciadas en el proceso de elección de compromisarios que concluye el próximo domingo. De esta forma, conocerán con qué apoyos cuentan, pese a que la lista que vaya al congreso federal será consensuada. La delegación, que encabezará Leguina, estará integrada por hombres del presidente madrileño y de Acosta a partes iguales, además de Juan Barranco y los delegados que consiga Izquierda Socialista.
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